domingo, 12 de febrero de 2012

La sanguisuga conduce la danza


Mi segunda entrada cinéfila es para un giallo menor del realizador Alfredo Rizzo titulado La chupasangre conduce el baile, una cinta de 1975 que nos cuenta una historia ambientada en Irlanda a principios del siglo XX en la que el conde Richard Marnock invita a las actrices de una compañía de teatro que ha realizado su última representación antes de disolverse a trasladarse a su castillo y actuar para él. Mientras la descarada Cora acepta de inmediato, Evelyn se muestra reticente a que cuatro mujeres se alojen solas en casa de un hombre –la invitación se extiende a las figurantes Rosalind y Penny- por lo que el conde acepta que se una al grupo Samuel, un miembro de la compañía apocado y pusilánime al que sus compañeras –excepto Evelyn- tratan con desdén y utilizan poco menos que como sirviente.


Piltrafillas, en La sanguisuga conduce la danza –en realidad sanguisuga significa sanguijuela, pero he creído que era conveniente traducir el término como chupasangre ya que en una de las versiones el título hace referencia a una vampira, aunque sea algo engañoso ya que en la película no aparece vampira alguna- tenemos a la mujer libertina y provocativa abierta a cualquier relación con los hombres, a la joven y recatada viuda que desde que falleció su marido es incapaz de mantener contacto carnal con otro hombre y a la pareja de actrices que mantienen una relación lésbica metidas en un castillo con un misterioso conde y con el tímido Samuel, a quien la primera desprecia a sabiendas de que él está enamorado de ella y de quien se burlan las dos amantes. En ese entorno –en el que también hay un mayordomo obsesionado por la virtud y la justicia divina, una extraña ama de llaves enamorada en secreto de su señor y varios sirvientes a cual más freak- se desarrolla un argumento en el que –con el trasfondo de una historia familiar de adulterio y venganza- no tardan en producirse horribles muertes, aunque por desgracia estas –algo inexplicable al tratarse de un giallo setentero- tengan lugar sin que se muestre en pantalla ni una sola de ellas. En fin amiguitos, una palomitera cinta de serie B –una b minúscula diría yo- con gotas de erotismo soft, ausencia de escenas sangrientas e interpretaciones del montón que pese a todo tiene una buena fotografía y que –si os gusta este tipo de cine- os recomiendo para pasar un rato ameno. Danza macabra -otro de sus títulos- no es una obra a tener demasiado en cuenta, pero tampoco es de lo peor que ha pasado por aquí.

1 comentario:

Lai dijo...

o_O : No esta no esta en cartera y no se la espera...