Comienzo hoy mis reseñas cinematográficas con Animal Kingdom, una cinta australiana que se llevó el premio del jurado en la edición de 2010 del prestigioso festival de Sundance en la categoría de películas internacionales. El inicio ya es impactante, con un joven llamado J –Josh en realidad- que mira la televisión despreocupadamente mientras su madre yace en el sofá y los sanitarios intentan reanimarla tras una sobredosis. Cuando aparecen los títulos de crédito y se suceden cautivadoras imágenes al ritmo de una música sobrecogedora todo parece indicar que la historia que vamos a disfrutar no puede pintar mejor. Entonces nos enteramos de que, pese a ser una adicta, la madre de J tenía suficiente lucidez para intentar mantenerle lejos de su familia. Y es que la abuela y los tíos de J –con quienes va a acabar viviendo- son criminales buscados por la ley y acosados por la brigada de robos con violencia. El adolescente se verá entonces implicado involuntariamente en los cruentos asuntos de sus familiares hasta que un policía decida intentar alejarle de su influencia a la vez que solicita su colaboración para acabar con todos ellos.
Ambientada en Melbourne, Animal Kingdom es una cinta que no os debéis perder, dura, fría, con una banda sonora preciosa, unas interpretaciones creíbles –de todos en general, pero se llevan la palma Jacki Weaver como la despiadada madre y Ben Mendelsohn como el hijo psicópata- y una historia que nos crea tantas dudas como a su protagonista. Para J, sus tíos son la familia, gente que le trata con amor pero también criminales, atracadores, traficantes o asesinos. Nosotros, como espectadores, también somos conscientes de ello pero por otra parte vemos como la brigada de robos con violencia no son precisamente un ejemplo de legalidad. En resumen piltrafillas, una de mis recomendaciones sin paliativos y una muestra más de que a las pantallas comerciales llega mucha basura disfrazada de comedia enloquecida o de historia de amor con licántropos y vampiros pero incomprensiblemente no se nos permite disfrutar de obras como esta, el retrato de un mundo en el que la leona, sus cachorros pero también las hienas desean sobrevivir a toda costa. Quién sabe, a lo mejor la estrenan de aquí a dos años, como pasó con Los amos de Brooklyn.
1 comentario:
Sabré esperar. aunque me ha estimulado a verla más en parte su critica que otras.
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