domingo, 11 de abril de 2010

Alphaville








Para la siguiente película de mi sesión contínua particular escogí un clásico de los años 60, una cinta titulada Alphaville dirigida por el francés Jean Luc Godard. Lo que cuenta el argumento es lo siguiente. Bajo la secreta identidad de un periodista del rotativo Figaro-Pravda llega a Alphaville –la capital de la galaxia- el agente Lemmy Caution. Este se aloja en un hotel en el que hay Biblias que son en realidad diccionarios de los que cada día desaparecen palabras y el servicio de habitaciones –formado por chicas sumisas que se prestan como robots a los deseos de los huéspedes- deja tranquilizantes en el cuarto de baño. Su misión es encontrar a Leonard Von Braun, científico inventor de un rayo mortal al que debe conducir ante sus superiores o eliminarle. Para ello contacta con la hija de su objetivo, la joven Natasha, de quien se enamorará. Pero la misión de Caution es doble ya que también debe localizar a un agente desaparecido llamado Henry Dickson.



Así, después de un viaje de 9.000 kilómetros en su nave –en realidad un Ford- desde los Países Exteriores, el duro Lemmy ha dado con sus huesos en la oscura Alphaville –que no es otra que París- para descubrir que la sociedad que mora en ese lugar tiene prohibido pensar en el más allá de sus fronteras, desconoce sentimientos como el amor o derechos como el libre albedrío y no permite la existencia de pintores, músicos o escritores. Cuando Caution encuentra a Dickson, este –desmoralizado- le cuenta que es muy duro habituarse a las normas sociales de Alphaville y que la mayoría se adapta o se suicida ya que, de no escoger una de estas dos vías, las autoridades le ejecutan a uno. Así mismo le habla de Alpha 60, el poderoso súperordenador que tiene esclavizada a la sociedad tecnócrata y sin voluntad propia de Alphaville, un lugar en el que llorar te condena a la muerte y preguntas como “por qué” hace tiempo que no constan en el vocabulario de sus habitantes.



Piltrafillas, no voy a entrar en valoraciones sobre la nouvelle vague y sus obras cinematográficas –más que nada porque no soy un entendido sobre el séptimo arte, apenas un aficionado- ni sobre las dobles lecturas de una cinta que puede abordarse desde varios aspectos por lo que me limitaré a valorar Alphaville como película de intriga que cuenta con un argumento original –es bastante notable crear una película de ciencia ficción sideral haciendo pasar un coche y las carreteras que llevan a París como una nave espacial y los canales interestelares de transporte intergalácticos- la inquietante interpretación de Eddie Constantine y la misteriosa y enigmática dulzura de Anna Karina. Alphaville –que cuesta ser entendida en algunos momentos- es desde el punto de vista estético una más que apreciable obra del cine francés del siglo pasado que no conocía en absoluto pero que me ha gustado bastante, todo un collage de imágenes atractivas que conforman una cinta que al parecer se convirtió hace tiempo en obra de culto. En resumen amiguitos, que no deja de ser otro producto friki como muchos de los que os hablo pero esta vez con cierta profundidad. Recomendada.

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