domingo, 2 de agosto de 2020

København, Dag 2 (I)


Después de nuestra primera noche danesa, salimos a la calle dipuestos a disfrutar de lo que nos ofrece la ciudad. Las primeras y motorizadas imágenes del día las tomo en Vesterbro y en los aledaños del Tivoli, en donde me encuentro con un precioso Corvette. No tardamos en llegar a Langebro –uno de los numerosos puentes sobre la manga de agua del estrecho de Øresund que baña la ciudad– que conecta Zealand y Amager, las dos islas sobre las que se asienta la capital. A su lado el Lille Langebro o pequeño Langebro, un puente moderno para ciclistas y peatones. El paseo continua junto al Frederiksholms kanal que rodea el islote de Slotsholmen y el puente de Knippelsbro


Más al norte, llegamos a la plaza del palacio Amalienborg, la residencia de invierno de la Reina Margrethe II. En ese lugar soy conciente del impacto de la pandemia sobre la industria turística en todo el mundo. Debido a las restricciones, numerosos turistas de Estados Unidos, Asia y diveros países de Europa no han viajado y lugares emblemáticos de la ciudad –en los días siguientes seremos testigos nuevamente– muestran un inusual aspecto semivacío en muchos espacios que en un verano normal estarían abarrotados. Triste por una parte pero relajante por otro lado. Desde la plaza se puede ver al fondo la Frederikskirke, una iglesia de estilo rococó más conocida por el nombre de Marmorkirke al estar recubierta de mármol. En este punto os diré que odio cuando en los edificios monumentales de las ciudades que visito hay andamios o partes en reparacion que estropean mis fotos. Opino –egoístamente, lo sé– que las obras deberían hacerse fuera de la temporada turística. Pero es lo que hay. 


Llegamos a la zona del Kastellet, fortaleza con forma de estrella erigida en el siglo XVII alrededor de la cual podemos ver la St. Alban’s church y la fuente de Gefionspringvandet, el monumento más grande de la ciudad, que homenajea el mito de la diosa Gefjund y la creación de la isla de Zealand. Ambos puntos sirven de entrada al jardín al final del cual se encuentra Den Lille Havfrue, o sea la Sirenita, verdadero símbolo de la ciudad.

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Naomi Kaltman


Inicio el día con Naomi Kaltman, una fotógrafa neoyorquina formada en la NYU Film School cuyo primer trabajo fue en Interview. Con la mirada puesta en Europa, se trasladó a París en donde entró en el mundo de la moda y el retrato trabajando para Glamour o Vogue. Los años siguientes repartió su tiempo entre Nueva York, Los Angeles y París. Entre sus numerosos clientes encontramos a Claudia Schiffer, Claire Danes, Drea DeMateo, Dylan McDermott, Elle Macpherson, Emma Roberts, Gabriel Byrne, Hilary Swank, Jake Gyllenhaal, Cosmopolitan, Capitol Records, Esquire, FHM, Glamour, Vogue, Marie Claire o Max en una lista interminable de publicaciones y celebridades.

sábado, 1 de agosto de 2020

Marc Shur


Os presento ahora al norteamericano Marc Shur, un diseñador formado en publicidad y marketing por la San Jose State University que ha trabajado como director artístico y creativo durante muchos años y que es todo un enamorado de los símbolos del pasado, en particular de los letreros, las señales y todo aquello que contenga tipografía retro. En la actualidad reside en Los Angeles.

Evgeny Mokhorev


Repito, como ayer, con otro artista nacido en el glorioso 1967 –¿por qué será?–, en esta ocasión con el ruso Evgeny Mokhorev, un fotógrafo de San Petersburgo que en los años 80 comenzó a documentar la juventud de su país. Miembro del Sindicato de Fotógrafos de Rusia desde los años 90, a lo largo de su carrera ha recibido numerosas distinciones y galardones.

København, Dag 1


A modo de preámbulo, decir que es la primera vez que marcho de vacaciones con la familia sin haberme preparado el viaje con una lista de cosas por ver y una planificación básica. Y es que, a causa de la pandemia de Covid19, hasta poco más de una semana antes de coger el avión no nos habíamos decidido por hacer las vacaciones en un lugar más lejano que el salón de casa. De hecho, cuatro días antes de partir estuvimos a punto de decidir la cancelación de la reserva, algo de lo que me alegro infinitamente de no haber hecho. Y es que el miedo y la consciencia están muy bien, pero la salud psicológica también es importante además de la puramente física por lo que la necesidad de escapar de todo esto fue nuestra guia. 


El destino escogido fue finalmente Dinamarca, un país que por suerte vive bastante ajeno a la pandemia. Con un número bajísimo de contagiados, se limita a desinfectarse con solución hidroalcohólica cuando existe la posibilidad y a mantener cierta distancia de seguridad cuando es posible. Total, que de aqui a unos días veremos si tal relajación nos ha supuesto algún problema, pero aún y así no me arrepentiré de haber podido huir del agobiante día a día de teletrabajo y enfermedad. Y como es costumbre desde hace años, me propongo contaros mi viaje con numerosas fotografías de apoyo, como siempre con la intención de que pueda servir de algo a quien decida visitar las ciudades a las que me he desplazado. 


Inaugura la tanda de imágenes la visión del puente de Øresund, seguida de diversas vistas –ya en la ciudad– del museo Thorvaldsen, el pináculo del Nikolaj Kunsthal (galería de arte en lo que fue una iglesia), el impresionante edificio de la Bolsa con su pináculo de colas entrelazadas de cuatro dragones y la estampa de postal de las casitas de Nyhavn. Caminando llegamos hasta el Peblinge Sø, uno de los lagos interiores de la ciudad y regresamos al hotel pasando junto a uno de los edificios del perimetro del Tivoli. Como primera toma de contacto no está nada mal. Por la noche, en el barrio de Vesterbro –antiguo reducto de prostitución, cabarets de striptease y sex-shops que aún mantiene algo de su pasado– encontramos el Meatpacking District, un antiguo matadero reconvertido en zona de restauración bastante hipster en donde cenamos y pusimos fin a nuestra primera tarde en un Copenhague sin mascarillas.