domingo, 16 de mayo de 2021

Possum (2018)


De nuevo un domingo más acudo a mi cita cinéfila, esta vez con la inquietante y rara de cojones Possum, una de esas películas que cuando acaba uno de verlas no sabe si acaba de presenciar una obra de arte o de tragarse un ladrillo de lo más indigesto. Escrita y dirigida por Matthew Holness en lo que suponía su debut en la gran pantalla, está protagonizada por Sean Harris –actor de cine y televisión al que, por ejuemplo, hemos podido ver en la dos últimas entregas de Misión imposible– y al veterano Alun Armstrong, otro respetado intérprete con una larga carrera en numerosas series de televisión. Basada en un relato corto de Holness en el que analizaba Lo siniestro de Sigmund Freud, Possum comienza con Philip, un tipo con cara de mermado que se presenta con una especie de araña gigante en una casa de Fullmarsh, en el condado de Norfolk. Esta resulta ser su hogar de infancia y conforme avanza la película –muy, pero que muy lentamente– nos enteramos de que la “araña” es una marioneta que pretende destruir, que él es un artista titiritero que actúa para niños y que en la casa aún vive su padrastro, un hombre tan ajado como las raídas paredes de papel pintado de la vivienda. Al parecer, algo ocurrió en una de las actuaciones de Philip, algo escandaloso que le ha hecho caer en desgracia. 
 

Total, que con cara de arrastrar un enorme trauma o sufrir un trastorno mental considerable, el tipo deambula por el pueblo y sus alrededores con Possum, la marioneta de marras, metida en su maleta mientras trata de deshacerse de ella. Paralelamente, nos enteramos de que un adolescente de 14 años ha desaparecido y la policía lo busca por los bosques locales. En definitiva, amiguitos, una película que como ya os he dicho resulta ser de difícil digestión. En la escena previa a los títulos de crédito iniciales se nos muestra al protagonista mirando una maleta en medio del bosque. Cuando la abre, la posición de la cámara convierte a las ramas en piernas y la imagen parece la representación de un parto monstruoso que nos da la clave sobre el tipo de película oscura y visualmente atractiva que estamos a punto de ver. Lo cierto es que en el apartado visual es llamativa –pese a que la fotografía es ocre y tan oscura como el argumento– y la historia que nos cuenta repele y atrae por igual, aunque sólo sea por acabar entendiendo de qué va toda la trama en la que la marioneta es un reflejo del pobre Philip, torturado por una infancia de abusos, bullying, miedos y culpa, que para liberarse debe destruir a su alter ego, tarea tan complicada como el disfrutar de Possum. ¿Que si os la recomiendo?, pues no sé qué deciros, aún debo averiguar lo que opino de ella.

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