Comenzaré mi entrada cinéfila de hoy sincerándome. Y es que ya mismo os digo que no voy a ser demasiado objetivo porque, desde que en el cine Maldà de Barcelona –mítica sala de lo que por entonces se llamaba cine de arte y ensayo, anda que no ha llovido desde entonces– asistí al estreno de Blood Simple, siempre me han encantado las películas de los hermanos Coen. Es por eso que a la hora de hablaros de esta El hombre que nunca estuvo allí no puedo hacer otra cosa que recomendaros su visión y disfrute. Escrita, dirigida, producida y montada por Ethan y Joel Coen, la cinta contó con las interpretaciones de Billy Bob Thornton, Frances McDormand, James Gandolfini y una jovencísima Scarlett Johansson, entre otros. Cabe dedicar una mención especial a los responsables de casting –sobre todo en el equipo de secundarios– que otorgan a la película una atmósfera de costumbrismo a lo Norman Rockwell a la que no es ajena la maravillosa fotografía en blanco y negro del gran Roger Deakins, que ganó el BAFTA –entre otros premios–, además de estar nominada al Oscar. De hecho, tanto la película en si como sus intérpretes y los dos hermanos Coen recibieron numerosos galardones en festivales y certámenes internacionales.
La trama de El hombre que nunca estuvo allí está ambientada en la California de finales de los años 40 y se centra en la vida de Ed, un mustio y apocado barbero que tiene una existencia aburrida junto a su esposa, también algo raruna. Ed sospecha que su mujer le engaña con su jefe, pero tampoco es que demuestre que le importe demasiado. Sin embargo, cuando un timador de los que se ven a kilómetros de distancia –excepto si uno es Ed, el barbero loser– le ofrece convertirle en socio de una empresa revolucionaria a cambio de que haga una inversión de diez mil dólares, Ed decide chantajear al amante casado de su mujer para conseguir el dinero con el que hacer el negocio de su vida. Evidentemente, las cosas se liarán y mucho. Inteligente, muy entretenida y todo un ejemplo de cine como ejercicio para contar historias interesantes y visualmente atractivas, El hombre que nunca estuvo allí consigue enamorar sin explosiones, violencia exacerbada o persecuciones y de manera magistral, los Coen logran mantenernos concentrados en la pantalla desde el inicio de la historia hasta un final que considero algo abrupto y rápido después del ritmo pausado que caracteriza la trama hasta ese desenlace. Ese sería, por poner alguno, el unico pero que se me ocurre a esta –como ya os he dicho al principio– más que recomendable película.
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