domingo, 10 de noviembre de 2019

Flesh Gordon (1974)


Y si no hace mucho os hablaba aquí de Flash Gordon (Mike Hodges, 1980), hoy no me he podido resistir y os traigo esta Flesh Gordon, que no es una parodia de la de Hodges sino una cinta rodada varios años antes, basada en la primera de una serie de películas de los años 30 que se basaban directamente en el cómic de Alex Raymond. Codirigida por Howard Ziehm y Michael Benveniste –autor del guión– y protagonizada por Jason Williams, Suzanne Fields o William Dennis Hunt, entre otros, se trata de una versión erótica de tinte softcore muy light que resulta bastante simpática. A los que ya conocéis la original, no hará falta que os diga que los nombres de los protagonistas han sido ligeramente alterados en esta versión para otorgar ese aspecto sexy que una producción de este tipo necesita. 


El argumento es sencillo, con la Tierra bombardeada por rayos sexuales que disparan la libido de los humanos. Uno de esos rayos alcanza el avion en el que viajan Flesh Gordon y Dale Ardor y todos en la nave se abandonan al sexo. Y cuando digo todos, es todos, lo que incluye a los pilotos. Evidentemente, el avión cae sin remedio pero antes de estrellarse, la pareja protagonista salta en paracaídas y aterriza cerca del taller de Flexi Jerkoff, que ha construido una nave fálica para viajar al espacio hasta el origen de esos rayos. Los tres acabarán yendo a parar al planeta Porno –no sin antes haber sido alcanzados por otro de esos rayos–, donde serán atacados por unos penesaurios, antes de ser apresados por los soldados del malvado Emperador Wang el Pervertido. 


En fin, amiguitos, que al igual que en la versión original, en Flesh Gordon Wang anunciará que desea casarse con Dale y sentenciará a muerte a Gordon, que será salvado por la hija del Emperador –aquí llamada Amora–, que pretende convertir a nuestro héroe en su esclavo sexual. Total, una típica película setentera de softcore que fue clasificada X en su estreno –aunque por orden policial vio eliminadas las escenas más explícitas– y que utiliza el argumento y los personajes originales como vehículo para ofrecernos escenas subidas de tono y desnudos gratuitos. 


Interpretaciones patéticas, efectos especiales y de maquillaje infames y criaturas en stop motion que harían sonrojar al gran Ray Harryhausen completan el paquete. Y si en la de Hodges teníamos a los hombres halcón, pues aquí encontramos a las amazonas lesbianas o a los robots con penes taladradores y no se hable más. Lo dicho, una entretenida, kitsch y simpática muestra del cine sexy de los setenta con un planteamiento original para la época de la que poco más se puede decir.

No hay comentarios: