Os traigo ahora esta Asylum o –como se llamó en nuestro país– Refugio macabro, una cinta de horror fantástico dirigida por Roy Ward Baker y escrita por Robert Bloch, habituales profesionales en nómina de la Hammer que esta vez trabajaron para Amicus, una productora que competía con la primera y que –pese a haber ofrecido títulos de gran calidad como el que hoy os presento– no caló tan profundamente en la memoria colectiva al negarse a mostrar imágenes sangrientas o eróticas en sus películas. Con un elenco que contaba con James Villiers, Peter Cushing, Britt Ekland, Robert Powell o Charlotte Rampling entre otros, el argumento nos cuenta como un joven psiquiatra llega al manicomio del Dr. Starr buscando trabajo. Sin embargo, le recibe su asociado, el Dr. Rutherford que, con el fin de evaluar su valía para el puesto le pone una prueba. Esta consiste en entrevistar a cuatro pacientes y descubrir cual de ellos es el Dr. Starr, quien al parecer ha sufrido algún trauma tan perturbador que en su cerebro ha decidido adquirir otra personalidad.
Ese es el punto de partida gracias al que veremos cuatro historias cortas diferentes –otra de las características habituales en las producciones de Amicus– sin relación alguna. Estas son la de Bonnie y su historia sobrenatural con la esposa asesinada de su amante por medio, la del pobre Bruno, el sastre con problemas para pagar a su casero al que encargaron un traje de un material con poderes ocultos, la de la joven Barbara, convencida de que su hermano quiere hacerla pasar por loca y por último la del Dr. Byron, un hombre que construye pequeños robots de juguete con caras humanas. En fin, que Refugio macabro es muy entretenida y está bien rodada e interpretada, pero adolece de escenas impactantes y que –en este tipo de películas– se echan en falta, ya sea gracias a miembros cercenados o a alguna escena gratuita de la protagonista saliendo medio desnuda de la ducha. Pese a ello, la encuentro muy recomendable.
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