domingo, 17 de febrero de 2019

L’uomo dal pennello d’oro (1969)


Con un título acaso inspirado en El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1955) pero con intencionado doble sentido, esta L’uomo dal pennello d’oro (El hombre del pincel de oro) titulada internacionalmente con el explícito Let it all hang out, es otra de esas comedias eróticas italianas en las que aparecía la estupenda Edwige Fenech, actriz nacida en Argelia que ya ha pasado por este espacio en cintas como Desnuda ante el asesino (aquí), Top sensation (aquí) o El juez y su erótica hermana (aquí). Y aunque lo cierto es que en esta cinta dirigida por el austríaco Franz Marischka no desempeña un papel con demasiado protagonismo, no se puede negar que su aportación es –como siempre– de lo más estimulante. Con la presencia de Willy Colombini –actor italiano habitual de peplums y westerns– o Marcella Michelangeli en un elenco muy coral, lo que nos cuenta la película es una historia algo embarullada sobre un pintor de izquierdas bastante negado para el arte llamado Archibald Spadafora, que se dedica a vivir del cuento junto a sus amigos hippies y su novia Gioia. 


Un día, un marchante agobiado por Luiza, su novia ninfómana, le propone comprarle un cuadro si distrae a la joven para que él pueda descansar junto a otra amante, la melancólica Brunhilde. Pero el dinero que recibe apenas da para pagar las deudas que Archibald y sus amigos han contraído. Así que su manager Eros traba amistad con un productor que se ofrece a financiar una exposición del pintor si consigue una actriz para su película. Eros piensa rápidamente en Luiza, pero Archibald se ha enamorado de ella y no acepta la oferta, por lo que Gioia se presta al juego. En fin amiguitos, un argumento sin pies ni cabeza y unas interpretaciones bastante limitadas a las que ni la presencia de Edwige Fenech y las contadas escenas en las que nos muestra sus nalgas o sus pechos son capaces de levantar. Y es que estamos ante uno de los primeros títulos de su filmografía, mucho antes de que con su carismática presencia consiguiese hacerse un hueco en las pantallas italianas a lo largo de la década siguiente. Pese a todo, el resultado final no es tan deleznable como podría parecer y permite disfrutar –y luego olvidar– esta extraña L’uomo dal pennello d’oro.

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