domingo, 23 de abril de 2017

Ich, ein groupie


La reseña de este domingo es para Ich, ein groupie, cinta de 1970 –tres añitos tenía yo– escrita, producida y dirigida por Erwin C. Dietrich, realizador suizo ya conocido por estos lares al habernos visitado como autor de films que ya os he reseñado, el caso de Fraulein in uniform (aquí), o en su faceta de productor de cintas de Jesús Franco u otros realizadores, como Rolls-Royce baby (aquí). Total, que a poco que conozcáis la figura de este hombre ya os podréis hacer una idea del tipo de película ante la que nos encontramos. Ya os aviso que no se trata ni de un thriller político ni de una cinta de denuncia social. Protagonizada por Ingrid Steeger –actriz berlinesa que actuó en numerosas películas entre los 60 y los 70–, la historia que se nos cuenta es la de Vicky, una joven rubia de Londres que después de un concierto tiene una noche de sexo y drogas con el vocalista de una banda de rock. El tipo tan solo quiere pasar un buen rato con una groupie, pero Vicky se lo toma muy en serio y se enamora del músico. Así pues, él le dice que debe continuar su gira hasta Berlín pero que si ella va hasta allí, la esperará. Vicky convence a una amiga para que la acompañe –y eso que ella le pide que se queden y vayan el sábado a un concierto de Black Sabbath– y ambas emprenden un viaje por Europa que las debe llevar hasta Alemania. 


Antes, sin embargo, se detienen en Amsterdam, donde conocen a los Murphy Blend, otra banda de rock con la que también intimarán. Siguiéndoles, llegarán a Suiza haciendo de traficantes y allí se unirán a una banda de Hell’s Angels. Pero Vicky escapará de ellos y acabará conociendo a los Birth Control, otro grupo de rock del que también se convertirá en amante de su líder. En Berlín, dispuesta a encontrar a su idolatrado vocalista, caerá en las garras de una secta satánica antes de convertirse en alcohólica y heroinómana y verse abocada a un final poco halagüeño. Total, amiguitos, Ich, ein groupie es una fábula pretendidamente moralizante –ya sabéis niñas, si sois madrileñas o valencianas y los Gemeliers os dicen que os esperan en Málaga, por ejemplo, ni se os ocurra coger el Alsa e ir en su busca– que sólo sirve como vehículo para mostrarnos softporn con la Steeger de protagonista. Lo que tiene de memorable es que en una única cinta, Dietrich nos mete a nudistas, motoristas, hippies y satanistas con sexo y drogas a cascoporro. Ah, y también rock & roll. De hecho, los grupos que aparecen son reales y sus propios miembros se interpretan a ellos mismos. 


Como bonus, una bonita foto de la carátula del single Das Berghotel de Peter Lauch en la que aparecía Ingrid. No me he podido resistir a incluir la canción, una tonada infumable para ser cantada en reuniones de borrachos a las que Lauch era proclive –las tonadas, no las reuniones–, con letras sexualmente explícitas y que editaba en singles con portadas de chicas semidesnudas. Y ya que estoy, os adjunto sendos temas de los berlineses Birth Control y Murphy Blend, exponentes del krautrock de principios de los 70 con un estilo que podríamos calificar de heavy psychodelic prog.



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