domingo, 2 de febrero de 2014

Blue Jasmine


Amiguitos, tal como anuncié en Twitter, anoche disfruté –sí, no estaba seguro de ello al programármela pero finalmente debo deciros que así fue- de Blue Jasmine, la última película de Woody Allen. La verdad es que esperaba encontrarme una comedia –no había leído nada sobre la cinta excepto la sinopsis-, pero ya os digo por si aún no la habéis visto que de eso nada, estamos ante un drama disfrazado de retrato ácido con toques de humor negro con mucha mala leche. La película –que toma su título del nombre de la protagonista y del conocidísimo tema de Richard Rodgers y Lorenz Hart, haciendo un juego fácil de palabras entre los significados de la palabra blue- nos cuenta como Jasmine, la típica esposa de clase alta neoyorquina, se queda sin dinero ni posesiones y tiene que mudarse a San Francisco, a la modesta casa de su hermana adoptiva, una cajera de supermercado divorciada, con dos hijos y un novio mecánico. En ese entorno tan poco amable para Jasmine, intentará recomponer su vida a base de antidepresivos, grandes cantidades de alcohol y flashbacks de su vida anterior. 


Blue Jasmine es una crítica ácida y despiadada contra la clase adinerada de Nueva York –aunque es extrapolable a todos los rincones del mundo globalizado en el que vivimos- que disfruta de su exagerada fortuna a costa de engaños en un mundo paralelo al real, un mundo con el que temen relacionarse porque –en realidad- son incapaces de subsistir en él. Allen nos muestra la inmoralidad y la falta de escrúpulos de hombres y mujeres acostumbrados a vivir rodeados de glamour pero también de engaños, tanto financieros como sentimentales y pone de manifiesto la culpabilidad de unos y otros, los estafadores y los que miran a otro lado para no ver lo que ocurre y seguir así perpetuando su vida de lujos. En ese sentido, el realizador no muestra pena alguna por la debacle vital de la protagonista, que además de ser incapaz de desenvolverse en el mundo real lleva el caos por donde pasa. En fin amiguitos, no puedo negarlo: me ha gustado mucho. El guión, la música, la fotografía, las notables interpretaciones de los protagonistas –Cate Blanchett está espléndida destacando sobre todos los demás con un personaje que es un regalazo, pero también Alec Baldwin y Bobby Cannavale, que bordan sus papeles, y una Sally Hawkins a la que no conocía y me ha sorprendido-, en definitiva que todo en esta película me hace recomendárosla sin reservas.

3 comentarios:

klimtbalan dijo...

Muy buena, sí señor, y su crítica también. El tema de lo duro que es envejecer también se refleja, no cree?

King Piltrafilla dijo...

Puesssss... no, a mi no me lo ha parecido. Jasmine envejece, pero porque se atiborra a pastillas y vodka jajaja
En realidad, envejecer no es duro. Lo duro es hacerlo sin nadie al lado que te de la seguridad económica a la que estás acostumbrada cuando has vivido del cuento en un mundo de glamour.
Es un personaje por el que ni el realizador ni yo sentimos la más mínima pena.
Que se joda!

klimtbalan dijo...

Já, y quien no toma pastillas ni vodka no envejece??? más todavía, que el alcohol es un buen conservante.
Ella también sufría porque se estaba arrugando! Será que me vi reflejada.
Vea usté tb Dallas Buyers Club, mancantao.