domingo, 7 de julio de 2013

Colegialas violadas


Amiguitos, mi primera reseña cinematográfica del día se la dedico al desaparecido Tío Jess, en concreto a su Colegialas violadas del 81, también conocida como La sierra de la Muerte y Luna sangrienta dependiendo del país de su estreno. La historia comienza en una fiesta en la que Miguel, un joven desfigurado que se esconde tras una máscara de Mickey Mouse, intenta violar a una chica y luego la mata. Tras cinco años de internamiento –por cierto, aquí Jesús Franco hace un cameo como director del centro psiquiátrico-, Manuela, la hermana del asesino, se lo lleva dispuesta a vivir con él en la mansión de su tía, una vieja condesa paralítica que adora a Miguel y no la soporta a ella, que reside en una espectacular villa junto al mar con jardines en los que incluso hay una réplica del Patio de los Leones. Manuela y un socio han montado un club con bungalows, piscina y pistas de tenis cerca de Alicante que funciona como academia de idiomas de verano para europeas jóvenes y guapas. Pero el negocio no marcha como debiera. Los bancos no les conceden créditos y la condesa –dueña de los terrenos en los que se levanta el club- exige el pago del alquiler, por lo que el futuro de la academia depende exclusivamente de las matrículas de las alumnas. Sin embargo, estas no tardarán en empezar a morir violentamente. 


La verdad es que cuando comienza Colegialas violadas, uno cree estar ante una cinta slasher puramente norteamericana. La fotografía es muy buena –entendedme, hablamos de una película de Jesús Franco- y el resultado estético es menos cutre de lo que cabría esperar. En esa vertiente, las espectativas son altas a lo largo de la primera parte de la cinta. Sin embargo, conforme va avanzando el metraje, y pese a mantenerse el nivel estético, el argumento comienza a no tener ni pies ni cabeza. Ni se explican bien las muertes, ni –en mi opinión, claro- están bien rodadas las escenas, ni uno encuentra ni la sangre ni el erotismo que el título parecía prometer. Así es piltrafillas, ese Colegialas violadas y su clasificación S –a no ser que exista una versión B- son una trampa descarada, un chiste del que Franco aún se debe estar riendo. Total, que parecía más de lo que finalmente me he encontrado. Slasher con poca sangre –apenas algunas escenas- y una puesta en escena que lo acerca más al giallo italiano de baja calidad con vergonzosos efectos especiales que al erotismo casposo hispano. Para seguidores completistas de la obra del malogrado realizador madrileño.

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