La cena de ayer –en honor de Queen Piltrafilla, que ya sabéis que cumplía años- consistió en unas rebanadas de pan tostado al horno, untadas con ajo, tomate y aceite que acompañamos con lomo ibérico, longaniza ibérica, chorizo ibérico, jamón de bellota –poca cantidad, eso sí, que también la crisis global azota el Reino de los Piltrafillas- y unas tostaditas con foie mi-cuit y queso roquefort. Para beber, Lambrusco –que no es lo que más me satisfaga, pero no olvidéis que la cena era en honor a mi señora, mucho más dada a este tema- y de postre, pastel de queso del menda. Y es precisamente de esto que os quería hablar. Hace un tiempo ya os dije que a mi mujer le encantaba la Tarta de queso y que –de tanto en tanto- se me ocurre hacerle una. Con motivo de ello, publiqué una receta que utilicé y cuyo resultado fue del todo satisfactorio. Sin embargo, esta semana decidí seguir otra receta y debo deciros que –desde mi punto de vista- mejora la anterior. Claro que, para gustos los colores. Habrá a quien le guste más suave, a otros más consistente... sea como sea, paso a ofreceros la receta de la tarta de ayer por si hay por aquí algún cocinillas al que le gusta experimentar con los platos y postres que recomiendo en este humilde blog.
Machacad 200 g de galletas hasta que queden hechas polvo y mezcladlas bien con 50 g de mantequilla derretida y 50 g de azúcar hasta formar una pasta homogénea. Engrasad un molde de pastelería de laterales desmontables y echad la masa dentro, aplanándola con ayuda de un utensilio plano o la base de un vaso hasta que quede toda bien prensada y repartida. Para el relleno –mientras ponemos el molde en la nevera- necesitaremos batir a conciencia un kilo de queso Philadelphia o similar, 200 g de azúcar, cinco huevos, 100 ml de nata líquida, la ralladura de un limón y una cucharada de vainilla en polvo. A esta mezcla le podemos añadir uvas pasas si queremos quedar al nivel de Ferran Adrià... o Chicote. Echamos toda la mezcla en el molde con base de galleta que habremos sacado de la nevera –obvio- y lo horneamos a 180ºC durante un cuarto de hora. Entonces bajamos a 120ºC y dejamos que el pastel se haga una hora y media más. Llegado el momento, sacamos el pastel del horno y preparamos una curiosa cobertura hecha con una cucharadita de vainilla, dos de azúcar y un yogur natural –ni azucarado ni enriquecido, el natural agrio de toda la vida- que extenderemos sobre el pastel para hornearlo un cuarto de hora más. Hecho esto, dejadlo enfriar a temperatura ambiente –algo no muy complicado en estas fechas, sobre todo si como yo no tenéis calefacción- y que repose en la nevera hasta el momento de degustarlo. Se recomienda que esta tarta se haga de un día para otro, ya que necesita de más de doce horas para compactarse correctamente. Podéis comerla así o –como hago yo- diluyendo a fuego lento unas cucharadas de mermelada de frutos del bosque en un poquito de agua hasta que adquiera consistenciade jarabe y echándola por encima
1 comentario:
Bueno...
Por alusiones, la mía tiene mejor pinta, pero desde luego, ella lo habrá celebrado por que el amor es ciego y tal...
>:]
PD: LA MIA
MOVIDA EN EL FORO: Unete por la REVOLUCION
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