Amiguitos, la primera cinta de este fin de semana ha sido Sinister, una de miedo –que ya hacía tiempo que no veía ninguna- que he preferido abordar sin leer crítica alguna ni sinopsis. Y debo deciros que la experiencia ha sido satisfactoria. La cinta comienza con unas imágenes extraídas de lo que parece una película de super 8, una grabación de tipo casero en la que cuatro personas con capuchas cubriendo sus rostros penden ahorcadas de la rama de un árbol luchando por sus vidas. Sí piltrafillas, es uno de los inicios de película más impactantes que he visto. Y eso que hace años que consumo obras de este género cinematográfico. Pasados los títulos de crédito, se constata que se trata de los miembros de una familia asesinada con un quinto miembro –una niña llamada Stephanie- desaparecido desde entonces. Y es que en Sinister se nos cuenta como Ellison Oswalt, un escritor de novelas criminales de éxito, se traslada a vivir a las localidades en las que ha habido desapariciones sin resolver e investiga mientras se documenta para escribir libros en los que expone sus teorías hilvanando ficciones con sus pesquisas. No tardamos en enterarnos que esta vez se ha instalado en la misma casa en la que ocurrió un horrendo crimen.
Entonces, en su primera noche allí, Ellison descubre en el desván un caja con cintas caseras y ve la que nosotros ya conocemos desde el principio de la película. Rápidamente se le ocurren varios interrogantes. ¿Quién filmó la película?, ¿cómo ha aparecido en su altillo?, y lo más importante, ¿qué ha sido de Stephanie? Pero amiguitos, en la caja hay más cintas que documentan horribles asesinatos y en todas ellas aparece una figura extraña, un ente terrorífico que angustia y despierta la curiosidad de Ellison a partes iguales. Y en eso consiste el argumento de Sinister, piltrafillas. Mientras la estabilidad familiar del escritor se tambalea, sentimos –él y los espectadores- la necesidad de descubrir más y más cintas inquietantes, averiguando detalles que nos harán saber que la familia de Ellison está en peligro. Crueles asesinatos en serie, deidades babilónicas, apariciones, algunos sustos de esos que le hacen a uno botar en el sofá, un Ethan Hawke aceptablemente convincente y una aún mejor Juliet Rylance como la amante esposa Tracy, entre resignada y definitivamente harta de seguir a su marido de localidad en localidad. Total, que no es la cinta de terror definitiva de la década, pero es –en mi opinión- una estupenda película de miedo palomitero para pasar una fría tarde de otoño. Además, sale mi admirado Vincent D’Onofrio en un pequeñísimo papel. ¿Qué más se puede pedir de una cinta que costó 3 millones de dólares y lleva recaudados más de 50 en todo el mundo?
1 comentario:
Queda en la recamara...
Posibilidad: 7.5
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