lunes, 31 de diciembre de 2012

2013 acaba en 13


No sé si los putos Mayas o Nostradamus habían predicho algo sobre el particular o todo ha sido una enorme campaña publicitaria encaminada a vender desodorantes, pero me es del todo indiferente. Quiero decir, que el mundo no se ha acabado, pero eso no quita que la cosa no esté mu malamente. Y para muestra, un botón. Como regalo de fin de año, en mi empresa han dimitido el secretario y el presidente. Así, por un quítame allá esas pajas, a lo bravucón -¿qué no dimito?... ¿qué no? ¡ahí sus quedáis!-, con un par, en los tiempos que corren ¿eh?... pues que os den. Y mientras, nosotros –la tropa de base-, a ver los misiles pasar. De momento, la junta restante ha capeado –al menos inicialmente- el temporal ocupando sus puestos y nombrando a dos sucesores para las plazas vacantes. Pero visto el ambiente que reina en el seno del grupo directivo, mucho me temo que las dimisiones no han terminado. Hala, feliz año nuevo para todos, ¿no te jode?. Hace tres años iniciaron un plan estratégico que inauguraron con el despido de varios compañeros y la contratación –en medio de un ambiente enrarecido por el miedo, la desconfianza y el estrés que todo cambio brusco conlleva- de un director general al que no han dejado hacer su trabajo en libertad. En estos momentos, el citado plan está lejos de conseguirse, la cúpula está peleada, los que no huyen se amotinan y los que vienen comienzan el mandato dando muestras de poco tacto. Zozobramos Sancho. Al final esos cabrones se cargarán la empresa, se irán a sus casas con sus pensiones más que dignas y sus vidas paralelas... y los de abajo –los currantes, sufridos apagafuegos de guerras intestinas en los entresijos del poder- nos iremos a la mierda. Gestión nefasta la de esos negados que ni se soportan entre ellos. En el escalafón estarán sobre nosotros, sí, pero como profesionales dejan mucho que desear.