domingo, 22 de marzo de 2009

La ruta de la carne

Bueno, ha llegado la hora de hablaros de mi aventura de ayer en busca de mi parte de una vaca. En realidad amiguitos se trata de una ternera, pero en mi familia ya llevábamos semanas refiriéndonos a ella como “la vaca”. Sea como sea, ya os avancé que debía desplazarme a un lugar en el que adquiriría diversas porciones de una vaca sana y bien alimentada junto a otras familias. En lo climático el día prometía y yo, dejando volar la imaginación, había imaginado mi llegada a una granja de ganado vacuno en la que hacer diversas fotografías de vacas, terneros y otros elementos de la vida rural. Luego comería en un restaurante típico, pasearía por algún pueblo cargado de rincones llenos de encanto en los que podría tomar un montón de instantáneas y recogería mis chuletones en una sala blanca en la que podría fotografíar terneros abiertos en canal colgados de ganchos. Deseaba poder ofreceros un estético y completo publirreportaje en imágenes de mi aventura en este espacio. Sin embargo piltrafillas, la vida no siempre se desarrolla como deseamos. Veréis. Por motivos que no vienen al caso, en lugar de echarme a la carretera a primera hora de la mañana como estaba previsto tuve que salir en pos de mi porción de vaca pasado el mediodía.


La carretera que escogí para llegar a mi destino era –mapa en mano- la más corta, pero resulta que –tras perder más de media hora parado al atravesar una localidad próxima a Barcelona por culpa de las obras- descubrí que también era la que más curvas tenía. A mi no me importan demasiado las curvas -al contrario, me permiten disfrutar de una conducción más deportiva, toda una aventura desde que tengo un monovolumen-, pero mi mujer las odia. En resumen, dos niños vomitando, una niña llorando y mi esposa mareada. Llegué al pueblo –un sitio sin encanto enmedio de ninguna parte- con el tiempo justo de buscar el restaurante, unos kilómetros y muchas curvas más lejos de allí. De la comida no me puedo quejar. No voy a entrar en detalles explicando lo que comimos todos –diez comensales en total-, pero sí que os diré de lo que di cuenta yo. De primero ensalada de varios tipos de lechugas con nueces, vinagreta de miel y codornices escabechadas y de segundo bacalao al horno con patatitas y tomate confitado. Entre plato y plato me comí varias rebanadas de pan tostado al horno, algunas untadas con tomate y aceite y otras con allioli. De postre tuve profiteroles de nata con chocolate caliente y para beber unas dos o tres copas de vino de Gandesa bastante normalito que rebajé -¡sacrilegio!- con sifón. Un café puso fin a la comida que me costó 22 euros. Creo que no estuvo mal ¿no? En fin, que de ahí nos fuimos a buscar algún sitio con encanto para pasear y digerir el almuerzo.


Gran error. El resultado fue otro niño vomitando, más kilómetros de curvas y la constatación de que –definitivamente- en la zona no había nada digno de ser fotografiado. Para terminar la aventura resulta que de granja nada. La vaca o ternera troceada en nada menos que 8 partes iguales la tenía la dueña de un bar en el frigorífico de su almacén. La imagen me recordó a los disturbios de Los Angeles a principios de los 90, cuando ciudadanos salían de comercios regentados por coreanos con televisores y reproductores de vídeo, sólo que nosotros salíamos del citado almacén y cargábamos los coches con cajas de churrasco, solomillo y chuletas. En fin, bastante surrealista. Pero eso no es todo, en el camino de regreso a Barcelona –llegada ya la noche y por otra carretera diferente a la que había utilizado al mediodía- me encontré con otro tramo en obras que demoró mi llegada a casa. Espero de todo corazón que la puñetera vaca de los cojones esté buena, porque de no ser así voy a empezar a buscar culpables, y mi santa esposa tiene todos los números en esta lotería. Ya os contaré.
En cuanto al reportaje fotográfico, bueno, al menos lo intenté. Aquí tenéis unas cuantes imágenes de la serie Maldita Vaca por vuestro servidor King Piltrafilla. Espero que sepáis apreciar las dificultades por las que tuve que pasar para conseguirlas.

3 comentarios:

Legolas dijo...

Jajaja. Realmente es que no se puede ir a ninguna parte con niños y mujeres y menos a buscar una ternera, con lo bien que habría estado usted en casa viendo una de sus películas.

King Piltrafilla dijo...

¡Ya le digo!

Anónimo dijo...

Juas, a mí me parece muy divertido!! como una película de berlanga, no??
Esperemos que esté tierna la ternera!
Yo sólo tengo cosas guenas de contar del finde, ya ve usté, buena compañía, bonitos paisajer, risas, cervecica...un finde inolvidable!!!
Mañana lunes.