Me diréis que no hay para tanto, que asisto a la anécdota desde un punto de vista antimonárquico... pero lo cierto es que el error en el que incurrieron los Príncipes de España -error sobre el que la prensa ha pasado de puntillas- me parece garrafal. Me refiero -por si no os lo imagináis- al episodio de la felicitación a los ciclistas del equipo español tras la victoria de Samuel Sánchez en la prueba de ruta. Había ganado el asturiano la medalla de oro -la primera para España en los juegos olímpicos de este año- cuando llegan Felipe y Letizia al lugar en el que estaban los corredores y felicitan efusivamente a... ¡Alejandro Valverde! Coño, yo soy Samuel y me hacen esto... y paso de saludarles. ¡No me digáis que no es un fallo garrafal! No se trata de llamarle Samuel Gómez o Manuel Sánchez no, resulta que el tipo que representa a España sobre una bicicleta se lleva una medalla de oro y aquel que aspira a ser el monarca de los españoles ¡felicita a otro!
En fin amiguitos. Además, parece ser que Felipe asistió a Pekín como miembro del Comité Olímpico Español y no representando al Estado. Así pues, ¿en calidad de qué le pagamos el viaje y la estancia a su señora esposa?
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