Dentro de la Catedral de Sevilla, colgado de los techos de una nave, podemos encontrar El Lagarto, un cocodrilo de tamaño natural. La explicación proviene del año 1260, cuando el sultán de Egipto envió una embajada al rey Alfonso X el Sabio, para pedirle la mano de su hija Berenguela. La embajada trajo regalos entre los que destacaban, un colmillo de elefante, un cocodrilo del Nilo vivo y una altísima jirafa. El Rey rechazó la petición pero se quedó con el cocodrilo, que echó a una alberca del Alcázar. Pasado el tiempo disecó al lagarto y lo rellenó de paja colgándolo en el Patio de los Naranjos.
Pero esto es sólo lo que explican la leyenda y la tradición que los sevillanos contarán a todo viajero que se lo pregunte. Lo cierto –algo que saben los empleados de la Catedral y cualquiera que se fije un poco- es que el animal está tallado en madera y recubierto de tela. A saber en realidad cual es la verdadera historia de este curioso objeto.
Pero esto es sólo lo que explican la leyenda y la tradición que los sevillanos contarán a todo viajero que se lo pregunte. Lo cierto –algo que saben los empleados de la Catedral y cualquiera que se fije un poco- es que el animal está tallado en madera y recubierto de tela. A saber en realidad cual es la verdadera historia de este curioso objeto.
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