Ahora le toca a un tipo “extraño”, Hans Bellmer. El hombre nace en Polonia en el seno de una familia burguesa y tiene una existencia de lo más normal hasta que, como acto de rechazo a su progenitor, abandona los estudios de ingeniería y se dedica en cuerpo y alma a pintar –escribir, esculpir y dibujar- bajo la influencia del dadaismo berlinés. En 1933, el mismo año en el que su padre se afilia al partido nazi, Hans construye su primera muñeca articulada a base de papel y pegamento, a la cual toma fotografías después de situarla en diversos escenarios. La muñeca tomará una dimensión psicológica reflejando la infancia perdida, el erotismo y la muerte. Para vergüenza de su padre, Hans fue repudiado por el III Reich, que le tildó de degenerado.
domingo, 3 de agosto de 2008
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