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Tal como a mediados del mes de abril ya os anuncié que pasaría en breve, os traigo este domingo la reseña de otra de esas películas con un título al que le añadieron “ator”, eso que tan de moda se puso a finales de los 80. Hoy le toca a Alienator, de Fred Olen Ray, otro de esos realizadores que ya han pasado en dIversas ocasiones por este blog. Protagonizada por John Phillip Law, Jan-Michael Vincent, Ross Hagen, Dyana Ortelli o la forzuda Teagan Clive entre otros, nos cuenta como en una prisión del espacio –en palabras de su comandante, el váter del sistema penal interplanetario–, el líder revolucionario Kol está a punto de ser ajusticiado. Sin embargo, consigue escapar robando una nave y va a parar a la Tierra, donde es encontrado por unos campistas. Estos y un guarda forestal tendrán que vérselas con la Alienator, una cyborg asesina que desde la prisión han enviado para matar al tal Kol.
La verdad es que en este espacio ya os he comentado varios ejemplos de la cinematografía del realizador de Ohio. Por aquí han pasado Bad girls from Mars, The phantom empire o Evil toons por ejemplo, películas de serie B con mucha imaginación, un presupuesto limitado y dosis variables de erotismo light. No es el caso –el del erotismo– el de esta Alienator, una cinta con un inicio algo decepcionante en relación a los diálogos, la calidad de unas interpretaciones que encuentro patéticas y una música de baratillo, si bien el diseño de producción –siempre según los estándares de este tipo de cine, claro– no resulta demasiado cutre. Los efectos visuales y de maquillaje están bastante logrados también. Así, el resultado es una película supuestamente más seria y menos lúbrica que las anteriores de Fred Olen aunque el argumento no dé para mucha profundidad. Pese a sus carencias y teniendo en cuenta que estamos ante un subproducto que sólo busca entretener, resulta más que aceptable. O a lo mejor es que siento simpatía por este tipo.
Esta es Claudia Clara, una fotógrafa guatemalteca autora de unas obras oscuras, melancólicas e inquietantes con las que comienzo el día de hoy.
Este sábado os traigo una selección de instantáneas de un tal Art T, pseudónimo de un fotógrafo neoyorquino dedicado al retrato artístico.
Hoy nos visita el norteamericano Paul McMullin, un fotógrafo de Utah fascinado por el cuerpo humano y la sexualidad al que le encanta escalar, practicar senderismo y hacer arreglos en su casa y en su furgoneta.
Regresa al blog desde un 08.02.15 más que lejano la fotógrafa y realizadora belga Charlotte Abramow. Un encuentro con Paolo Roversi cimenta su pasión por la cámara y sin abandonar la adolescencia comienza a colaborar con ELLE. Ya mayor de edad, se traslada a París para estudiar en la École de l’Iimage Gobelins y durante su formación consigue diversos premios. Actualmente alterna trabajos de realización para el mundo musical con colaboraciones en el mundo de la moda y proyectos comprometidos socialmente.
Inauguro un nuevo mes con el pintor andaluz José María Rodríguez-Acosta. Nacido en el seno de una familia adinerada, los intereses de José María se alejan del ámbito comercial y empresarial pese a que recibe formación artística en la Escuela de Artes y Oficios de Granada y posteriormente en la Universidad de Granada. Y aunque al principio se toma la pintura como una distracción, acaba trasladándose a Madrid para iniciar una carrera artística, lo que le lleva a realizar diversos viajes a París. A partir de entonces recibe numerosos galardones y distinciones y exhibe en la capital francesa, Munich y Amsterdam mientras viaja por Europa, hasta que al iniciarse la I Guerra Mundial regresa a su Granada natal con la intención de construirse un carmen en el que vivir y seguir creando. Sin ser, evidentemente, ningún entendido en arte, a mi me parece una mezcla entre Ignacio de Zuloaga y Julio Romero de Torres.
