De regreso en Palermo, antes de cenar una pizza potente y estupenda con salame piccante y ‘nduja –tuve que echarme al gaznate un litro de Bruno Ribadi Bianca para sofocar su ardor– nos pasamos por la Piazza Magione y alrededores. Luego, para hacer la digestión, emprendimos un largo paseo que nos llevó hasta el Muro della legalità –un mural que rinde homenaje a los caídos en la lucha contra la Mafia así como a miembros destacados de la cultura siciliana que se opusieron a la violencia con su obra– y la animada y concurrida Via Maqueda.
Ya al día siguiente, el primero en el que aparecía el sol en todo el fin de semana, aprovechando que el vuelo de regreso salía por la tarde decidimos patearnos de nuevo la parte vieja de la ciudad para descubrir con otra luz algunos lugares conocidos y visitar sitios que aún nos quedaban por conocer, lo que nos llevó de nuevo a Quattro Canti, la Via Vittorio Emanuele y sus alrededores y la Cattedrale, con la presencia al aire libre de la carroza que se utiliza en las celebraciones de la festividad de Santa Rosalia, el 15 de julio.
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