La segunda jornada en Palermo decidimos cambiar un poco de aires y trasladarnos hasta Cefalù, un precioso pueblo costero a menos de una hora en tren de la capital con bonitas calles en el que destaca el Duomo de estilo árabe-normando cuyo ábside contiene un impresionante mosaico bizantino del Pantocrator.
En el pueblo –con unas playas que en verano son un poderoso reclamo turístico pero que ese día no invitaban al baño– también son de visita obligada los antiguos lavaderos públicos del siglo XVI.
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