Amiguitos, hace años que no publicaba una entrada dedicada a mis paseos por Barcelona. Ayer, gracias al buen tiempo y que este fin de semana es de tres días en Catalunya –así como en Navarra, Euskal Herria, Balears, La Rioja o la Comunitat Valenciana–, dediqué la mañana a cruzar con mi esposa el teleférico sobre el puerto de la ciudad –Aeri del Port– en su trayecto desde la Torre de Sant Sebastià, en la Barceloneta, hasta el mirador de Miramar, en la montaña de Montjuïc.
Luego dimos un paseo por los Jardins de Laribal, donde nos reencontramos con la popular Font del Gat y la inquietante Font de Satanàs. Desde ahí nos dirigimos bajo un sol de justicia hasta el barrio de Sants, donde teníamos intención de comer y di buena cuenta de unos estupendos caracoles mar y montaña y un delicioso rabo de toro que era pura mantequilla. En fin, una mañana turística por la propia ciudad, relajada y de sabroso final. Y es que a veces no hace falta ir muy lejos para desconectar y pasar unas horas de lo más agradable.
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