domingo, 26 de septiembre de 2021

Slugs, muerte viscosa (1988)


Regreso a la serie B ochentera, de nuevo con nuestro internacional Juan Piquer Simón y su Slugs, muerte viscosa. Dirigida, coproducida y coescrita por el realizador valenciano, la cinta es una colaboración hispano-norteamericana que pese a no tener un presupuesto especialmente holgado se llevó un Goya a los mejores efectos especiales, todo un mérito. Basada en una novela de Shaun Hutson, la película está protagonizada por Michael Garfield, Kim Terry, Philip MacHale, Alicia Moro, Santiago Álvarez e incluso Manuel de Blas y Concha Cuetos –que poco después se convertiría en la farmacéutica más famosa de la televisión española– en unos papelitos testimoniales. La historia tiene lugar en una típica localidad estadounidense del condado de Wayne, al noroeste del estado de Nueva York, donde una plaga de babosas carnívoras comienza a sembrar de cadáveres el lugar cogiendo por sorpresa a los asustados vecinos. 
 

Sin embargo, nadie parece haberse dado cuenta de la verdadera causa de las muertes excepto un empleado del departamento de sanidad que junto a un operario de la limpieza del alcantarillado se pondrán manos a la obra para acabar con la amenaza. En resumen, que con pinceladas gore, una factura más que aceptable, bien rodada aunque con personajes poco profundos y bastante estereotipados como esa anciana histérica con perrito, el sheriff inútil, los díscolos alumnos del instituto o el héroe local... en general Slugs, muerte viscosa es un producto ochentero que logra mantener la tensión en el espectador, tiene un final típico y desprende ese aroma a VHS que con los años le ha otorgado estatus de culto, como a casi todas esas películas de género que –directores más reconocidos fuera de nuestras fronteras que en su propio país– rodaban en Estados Unidos o Europa con repartos internacionales, antes de que las consecuencias de la Ley Miró acabasen finalmente con esa industria.

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