viernes, 24 de septiembre de 2021

Alice Cooper – Raise your fist and yell (MCA records – 1987)


Como puede leerse en entradas como esta de aquí, soy un enamorado de la época setentera de Alice Cooper. También me encantan álbumes de los 90 como Hey stoopid o The last temptation –incluso me llegó a gustar Trash, el más comercial de sus trabajos previos– aunque no puedo hablaros de ellos aquí porque los tengo en cedé, cosas del momento que nos tocó vivir. Pero si hay una época que adoro es la que Alice pasó junto al estupendo compositor y guitarrista Kane Roberts –con sus guitarras ametralladora y esa pinta a lo Rambo con esteroides–, de quien también os comenté aquí su fantástico primer disco en solitario. Pues bien, después de abandonar la música a principios de los 80 para restablecerse de su alcoholismo y sus graves problemas de hígado, al iniciarse la segunda mitad de la década Alice comenzó a trabajar dispuesto a relanzar su carrera musical que alternó con algunas incursiones en el mundo del séptimo arte. Así, entre 1986 y 1987 grabó los metálicos Constrictor y este Raise your fist and yell que hoy me ocupa, mucho más rockero y directo que su predecesor y que poseo en su edición original norteamericana.
 
 

Producido, grabado y mezclado por Michael Wagener –lo que le otorga el característico sonido de guitarras al que el alemán nos tenía acostumbrados en esa época–, Raise your fist and yell cuenta con las voces de Alice Cooper, las guitarras y coros de Kane Roberts, el bajo, coros y ocasionales teclados de Kip Winger, la batería de Ken Mary y los teclados de Paul Taylor
 

Con portada de Jim Warren, el track list era: 
 
A 
Freedom 
Lock me up 
Give the radio back 
Step on you 
Not that kind of love 
 
B 
Prince of darkness 
Time to kill 
Chop, chop, chop 
Gail 
Roses on white lace 
 
Freedom es un temazo cañero en el que encontramos guitarrazos, estribillos pegadizos y ese sonido wageneriano tan de la época. De hecho, fue el single que se extrajo del álbum. Le sigue Lock me up –con la aparición al inicio de Robert Englund–, otro tema muy ochentero con coros y un estupendo trabajo de guitarras, aunque bastante simple. En la misma línea nos encontramos con Give the radio back. Definitivamente, en ese momento Alice había superado sus problemas de salud y se encontraba en plenitud de facultades pero apostaba claramente por unas composiciones que intentaban aunar comercialidad y fuerza y podían servir de base a unas giras en las que –más que nunca– el espectáculo de imagen iba a cobrar mucha importancia. Step on you es otra andanada cañera con gran protagonismo de Roberts a las seis cuerdas, igual que Not that kind of love, con otra mezcla de coros y guitarrazos marca de la casa con la que concluye la cara A. 
 

La otra cara se inicia con Prince of darkness, una de mis preferidas de toda la época ochentera de Cooper en la que todo se une para alumbrar un temazo en el que una vez más Roberts se luce. Y si esa era buena, Time to kill es otro exponente de hard’n heavy ochentero, con melodías vocales, coros y una base de guitarra poderosa. Por supuesto, gran parte del mérito es de Michael Wagener que se hizo de oro en los ochenta produciendo –además de a Cooper y a Kane Roberts en solitario– a Dokken, Bonfire, White Lion, Skid Row y un largo etcétera de bandas que lo petaron. Es cierto que dotó a esos grupos de un sonido demasiado similar, pero no puede negarse ese Midas touch del que gozaba. Chop, chop, chop sigue la misma senda por la que transita el álbum en pleno aunque sin destacar demasiado. La breve y teatral Gail me ha gustado siempre, con ese aire gótico y su majestuoso solo. Y la guinda la pone Roses on white lace, otro temazo muy cañero con un estribillo super reconocible y una guitarra bombástica a cargo de Roberts
 

Influenciado fuertemente por las películas de terror del género slasher –muy en boga en la época–, el disco propició una controvertida gira de presentación que fue censurada y atacada en varios países de Europa, lo que no hizo más que aumentar la leyenda de Alice Cooper y sentar las bases de sus teatrales y sangrientas giras posteriores. 
 







Pues nada, que Buxton, Dunnaway, Bruce, Smith y el mismísimo Bob Ezrin estaban muy bien, pero los dos discos con Roberts y en particular este que os he traído hoy me parecen de lo más reivindicable y muy disfrutables. En efecto, es muy de la época –con lo bueno y lo malo que eso conlleva– pero, ¡eran los ochenta, amiguitos! 
 
¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla
 
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com

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