Ilustro la entrada de hoy, última de la serie dedicada a Córdoba, con diversas instantáneas de rincones como –entre otros– el Templo de Claudio Marcelo, la plaza de Capuchinos con su Cristo de los faroles, el Guadalquivir, la plaza de la Corredera, el barrio de San Basilio o la calle Cairuán. La idea era visitar la última mañana los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, pero se puso a llover y al final decidimos pasear por la ribera del río para cruzar por el puente de San Rafael y regresar por última vez al casco antiguo a través del puente romano.
Y para terminar, os hablaré de las enormes tortillas del turístico Bar Santos, tan típicas como poco jugosas. Lo mejor de la tapa fue la caña de cerveza, con eso os lo digo todo. Sin embargo, uno debe ser consciente de que lo que está pagando no es otra cosa que la experiencia de comerse un trocito de Córdoba sentado junto al muro de los jardines de la Mezquita. Y eso, por reseca que esté la porción de tortilla, no tiene precio. Para disfrutar ya estuvo el estupendo rabo de toro en el Choto o la corvina con puerro en Casa Pepe.
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