Vaya por delante que adoro a Thin Lizzy, adoro la voz de Lynott, su toque del bajo, las melodías que compuso, ese sonido distintivo de guitarras con Moore, con Gorham, con Robertson, incluso con Snowy White... hasta su denostado álbum con Sykes me encanta! Por eso, cuando me disponía a buscar algún vinilo de mi colección del que nadie hubiese hablado todavía, no he tenido ninguna duda cuando he constatado que aún no había pasado por aquí el más que aceptable Fighting. Grabado entre el poco valorado Nightlife y el pelotazo que supuso Jailbreak, supone una buena manera de acercarse a la banda. Además, pese a que Gorham lo considera un fracaso, desde la distancia creo que es sin duda mucho más logrado que su anterior trabajo y del todo reivindicable. Con este disco, los integrantes de la banda comenzaban a sentirse cómodos, casi parecían haber encontrado la dirección que querían tomar después de andar un poco dando tumbos por diferentes estilos y fue en este álbum en el que, por casualidad, comenzaron a emplear como marca distintiva ese clásico sonido de armonías dobladas de guitarra a la vez que conseguían un mayor peso escénico en directo.
Así pues, con Phil Lynott al bajo, voces y guitarra acústica –ejerciendo de supuesto productor con Keith Harwood como (ehem...) ingeniero en los Olympic studios–, Brian Downey a la batería y la pareja formada por Scott Gorham y Brian Robertson a las guitarras, en 1975 editaron este Fighting al que pusieron en las tiendas británicas con una controvertida portada de Mick Rock que fue cambiada por otra –la que tengo yo– para el resto de ediciones.
El track list era:
A
Rosalie
For those who love to live
Suicide
Wild one
Fighting my way back
B
King’s vengeance
Spirit slips away
Silver dollar
Freedom song
Ballad of a hard man
El álbum se inicia con Rosalie, versión del tema de Bob Seger en el que
destaca la voz distintiva de Phil pero que en general mantiene bastante el
sonido original. Sin acelerar un ápice el ritmo, nos encontramos con For
those who love to live, un hard rock pausado con toques folk que precede a
Suicide, una de las canciones imprescindibles del disco, con un trabajo de
guitarras estupendo, igual que en Wild one, una balada melancólica que
Gorham y Robertson adornan con sus armonías dobles. Más cañera y sucia es
Fighting my way back, con la que ponen fin a la primera cara.
La cara B comienza con King’s vengeace, un rock clásico con las pinceladas folk marca de la casa, el bajo distintivo de Phil y los guitarrazos que despuntan a lo largo del tema. Y si el disco lo inauguraba el homenaje a Bob Seger, uno de los exponentes del rock de Detroit, Spirit slips away comienza con un extraño riff que bien podría haber sido el inicio de un tema de la banda Alice Cooper. Claro que luego se torna en una de esas baladas que el salvaje Phil sabía bordar con su melodiosa voz. Silver dollar es un rock clásico con arreglos de piano y Freedom tampoco es que tenga demasiada energía, pero tiene el típico sonido de guitarras lizzyano y la elegancia vocal de Lynott. Y Ballad of a hard man, pese al título, es un hard rock estupendo con unas guitarras fantásticas.
La verdad es que no se puede negar que no estamos ante uno de los mejores
álbumes de Thin Lizzy. Además, toca tantos palos que tampoco tiene una línea
estilística clara. Pero la valía de estos cuatro tipos era tan alta que el
resultado no puede calificarse de malo. En efecto, quizás no es aún un
típico disco de la banda, pero es un notable ejemplo de ROCK con
mayúsculas.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario