domingo, 7 de marzo de 2021

The immoral Mr. Teas (1959)


Piltrafillas, por si alguien no lo sabía ya, vaya por delante que siento debilidad por el autor de esta tontería, dicho sea con todo el cariño. Y es que la película de la que os quiero hablar hoy, esta The immoral Mr. Teas, es una soberana estupidez sin ninguna razón de ser salvo la de mostrarnos de una manera bastante ingenua, todo hay que decirlo, los cuerpos desnudos de tres lozanas señoritas. Tiene un erotismo tan blanco que un juez llegó a decir que la película era vulgar y de mal gusto, pero evitó calificarla como obscena. Y eso que se estrenó a finales de los 50. Total, que el único interés de la cinta es que supuso el pistoletazo de salida de la carrera de Russ Meyer, exponente de un cine erotico-festivo lleno de humor, mujeres voluptuosas con una personalidad aplastante y protagonistas paletos. The immoral Mr. Teas, además, supuso la primera vez que un realizador ponía en la pantalla actrices sin ropa sin pretender que estaba mostrando un documental de naturismo. Aquí lo que hay es una historia simple y estúpida que sirve únicamente para enseñar piel desnuda, y no se esconde. 
 

Rodada con un presupuesto ínfimo –en una escena incluso aparece Meyer de figurante–, sin guión ni diálogos y con el único soporte de una melodía musical y una voz en off, el argumento nos cuenta el día a día de un representante de material médico para dentistas obsesionado por las mujeres, voyeur y desgraciado en el amor, que continuamente está pensando en el sexo. La anestesia del dentista potencia su obsesión y comienza a imaginarse desnudas a las mujeres que ve. Abrumado por ello, consulta a una psicoanalista que le recomienda tomarse un descanso. Y es en uno de ellos cuando se encuentra con las mujeres de su día a día bañándose en un lago. En fin, lo dicho, una inocente muestra de lo que se dio en llamar cine nudie que ni yo mismo había visto hasta ahora. Por supuesto, mi subjetividad declarada hace que no pueda decir nada negativo de The immoral Mr. Teas, aunque si queréis conocer la obra de Russ Meyer –aquí os dejo un enlace que os puede interesar– no sería esta su obra más recomendable.

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