domingo, 16 de junio de 2019

Dune (1984)


Pues sí, piltrafillas, hoy os quiero hablar de una película que imperdonablemente aún no había visto entera nunca. No es el único título que se me atravesaba –a estas alturas todavía no he sido capaz de terminar Lo que el viento se llevó o Doctor Zhivago–, pero al menos puedo decir que con Dune lo he conseguido. Y lo cierto es que la experiencia ha resultado satisfactoria. Dirigida y escrita –aunque adaptando la premiada novela de Frank Herbert– por un David Lynch en un estupendo momento de fama y reconocimiento gracias a El hombre elefante, hay que decir que esta densa y excesiva Dune no obtuvo en su epoca un enorme éxito de público y critica aunque en la actualidad sea considerada un titulo mítico de la historia del cine. Con un impresionante elenco en el que encontramos desde Francesca Annis a Richard Jordan, pasando por Kyle MacLachlan, Virginia Madsen, Jurgen Prochnow, Max Von Sydow, Dean Stockwell, Sean Young –en un papel menor tras haber alcanzado la fama como Rachael en Blade Runner– o la mismísima Silvana Mangano, se trata de una película en la que –como ocurría en la novela original– se tratan numerosos e importantes conceptos. Los avances tecnológicos y su utilización para la guerra, la religión, los asesinatos políticos, la explotación de los recursos naturales o la eugenesia son algunos de los temas que, envueltos en un manto de ciencia ficción ciertamente distópica, nos muestra Lynch en una cinta que pide atencion para ser disfrutada y comprendida aunque sin llegar –no os asustéis– al cripticismo de producciones posteriores del realizador. 


El argumento nos cuenta como en 10191, el universo se encuentra bajo el control del Emperador Shaddam IV, quien domina la explotación de una sustancia llamada melange que se dice que alarga la vida, expande la consciencia y pliega el espacio, lo que permite viajar a cualquier distancia sin moverse físicamente. La melange es recolectada por grandes máquinas en el planeta desértico Arrakis, hogar de la sociedad Fremen. Pero la Cofradía Espacial ha elaborado un informe según el cual se han unido los mundos de Arrakis, Caladan, Giedi Prime y Kaitain para rebelarse ante el Emperador, lo que dejaría a este y a la Cofradía sin el control sobre la melange. Así pues, se encarga a Shaddam IV –que se ha aliado con el Barón Harkonnen para arrebatar el poder al Duque Leto Atreides de Caladan– que restablezca el orden en el imperio y elimine a Paul Atreides, el hijo del Duque. 


Cuando este se entera de los planes del Barón Harkonnen para controlar la producción de la melange, se traslada a Arrakis con su familia pero es traicionado y asesinado por lo que Paul y su madre deberán escapar atravesando un desierto plagado de grandes gusanos hasta ser acogidos por los Fremen, que ven en Paul a un mesías. Así será como encontrará asilo entre ellos a cambio de instruirles en el conocimiento de técnicas avanzadas de lucha y acabará liderándolos contra la alianza del Barón Harkonnen y Shaddam IV con el objetivo de vengar a su padre y devolver a los Fremen un hogar en el que vivir en paz. 


En fin, una imprescindible muestra del cine de ciencia ficción del siglo XX que no os podéis perder. Eso sí, hubiera sido interesante poder disfrutar de la versión de Jodorowsky, Moebius y HR Giger que estuvo en preproducción años antes y que hubiese contado con intérpretes como Orson Welles, Mick Jagger o Salvador Dalí. Sólo de pensarlo ya salivo.

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