domingo, 15 de julio de 2018

Yo, Tonya (2017)


Pongámonos en antecedentes. El 6 de enero de 1994, un joven llamado Shane Stant aparecía entre las cortinas del Detroit’s Cobo Arena en el transcurso de una competición de patinaje sobre hielo y asestaba un golpe con una barra en la rodilla a Nancy Kerrigan, patinadora y firme candidata a conseguir el oro en los Juegos Olímipicos de invierno que debían celebrarse posteriormente en la localidad noruega de Lillehammer. Tras la investigación se concluyó que detrás de la agresión se encontraba su compañera de profesión y competidora en el medallero Tonya Harding. Sin embargo, sólo pudo probarse que los instigadores del ataque habían sido Jeff Gilooly y Shawn Eckhardt, exmarido y guardaespaldas de Harding respectivamente. La patinadora negó siempre haber tenido conocimiento previo de los planes de Gilooly y Eckhardt, aunque acabó aceptando cargos de obstrucción a la justicia al reconocer que después de la agresión y tras enterarse de la autoría de la misma, lo ocultó a las autoridades. Pese a ser condenada a no participar en competiciones nacionales nunca más, se le permitió asistir a los Juegos Olímpicos, quedando muy por debajo en la clasificación de su rival Kerrigan, quien llegó a conseguir la medalla de plata. 


Pues de eso va Yo, Tonya, esta cinta dirigida por Craig Gillespie y protagonizada por una sorprendente Margot Robbie –que también poduce el film– interpretando a Harding. Y no os diré que estamos ante una incógnita como la de quién mató a Kennedy, pero lo cierto es que la opinión pública norteamericana se polarizó en su día entre los que pensaban que Tonya Harding fue otra víctima –o la principal, a tenor de los derroteros que tomó su vida a raíz del escándalo– o la instigadora del ataque a su antigua compañera. La película tampoco aclara del todo este punto, pero ofrece ciertos matices de la historia que decantan la balanza hacia los que demuestran cierta empatía por la garrula patinadora de Portland. Y es que, dejando de lado la desgraciada infancia de Harding, su falta de estudios y la tiranía de su madre –interpretada por una estupenda Allison Janney que se llevó el Oscar, el BAFTA y el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto–, la película denuncia el clasismo de los responsables de un deporte en el que a veces se prima la imagen y la elegancia por encima de las aptitudes deportivas. En ese sentido, la marginación con la que Harding tuvo que luchar desde pequeña –algo chabacana y sin dinero para comprar maillots elegantes aunque fue la primera norteamericana en realizar un triple axel– alimentó su resentimiento ante patinadoras como la elegante Nancy Kerrigan, nacida cerca de Boston en el seno de la familia de un constructor y favorita de las clases altas. En fin, piltrafillas, que Yo, Tonya no deja de ser un biopic que poco aporta a los que ya conocíamos la historia, pero resulta entretenida y cuenta con buenas interpretaciones, incluso en lo que respecta a una notable Margot Robbie que, nominada a mejor actriz como Janney, perdió en los tres casos en favor de la enorme Frances McDormand por su papel en la cinta que os comenté la semana pasada (aquí).

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