domingo, 15 de julio de 2018

Ant-Man and the Wasp (2018)


Pues nada amiguitos, ya tenemos aquí un nuevo estreno del universo Marvel. Y, como ya es habitual desde hace años, eso ha supuesto una cita con mi hija en sala comercial. Claro que –algún día tenía que llegar aunque uno nunca esté preparado para ello, los padres me entenderéis– la chica se ha echado un novio por lo que, en lugar de ir al cine el fin de semana del estreno, he tenido que esperar a que la niña me hiciese un hueco en la agenda. Total, que mejor eso que nada –y que dure– por lo que no me extenderé más sobre el tema y pasaré a comentar brevemente mis impresiones sobre Ant-Man y la Avispa. Repite como realizador en esta segunda entrega de las aventuras del Hombre Hormiga Peyton Reed y la protagonizan de nuevo Paul Rudd, Evangeline Lilly y Michael Douglas, con la aparición de Michelle Pfeiffer y Laurence Fishburne, entre otros actores de reparto como Walton Goggins o Hannah John-Kamen como la villana Ghost. La historia es simple: con Scott Lang en arresto domiciliario tras lo ocurrido en la Civil War de los Vengadores, a Hank Pym se le ocurre que podría rescatar a su esposa Janet del mundo cuántico en el que se encuentra. 


Para ello tendrá la ayuda de su hija Hope y del mismo Scott, quien al parecer tiene una conexión mental con Janet. Y para que no sea todo demasiado fácil tendremos al FBI, a un traficante de tecnología llamado Sonny Burch y a una misteriosa “fantasma” poniéndolo difícil. Y eso es todo en esta Ant-Man and the Wasp, una entrega con un argumento que discurre de manera paralela al resto del universo marveliano –al menos hasta la primera escena de los títulos de crédito finales–, entretenida, con mucho humor y un desarrollo muy Disney en cuanto a cine palomitero para todos los públicos. Total, un título de transición que sirve como desengrasante en la solemnidad de la trama global y que cumple el cometido de hacerle pasar a uno casi dos horas alejado de las preocupaciones del día a día con su humor absurdo y sus escenas de acción surrealistas sin intentar nada más, que ya es de agradecer.

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