jueves, 14 de agosto de 2008

Sukeban (Girl Boss)



Os voy a explicar ahora otra de esas películas de los años 70 que se produjeron en Japón cargadas de violencia y mayor o menor dosis de erotismo. Se trata de Sukeban (Girl Boss) de Norifumi Suzuki, director del que ya os he comentado anteriormente obras como Sex & Fury o School of the Holy Beast. Si habéis visto esas cintas –o habéis leído mis reseñas- ya sabéis lo que os espera. Aviso, si queréis ver la película no sigáis leyendo.



Pues bien, la historia comienza con un grupo de delincuentes femeninas que están siendo trasladadas en una furgoneta policial. En un momento dado se escapan de sus vigilantes –unos de los policías más ineptos que he visto jamás en cine, a no ser que se tratase de una cinta cómica- y vemos como cuatro de esas chicas se unen como banda. Tras los créditos iniciales somos testigos de una escena que parece extraída de un comic de Mortadelo y Filemón. Las jóvenes –que evidentemente no tienen un yen- comen en un restaurante hasta hartarse y colocan después una mosca en uno de los platos para forzar que los dueños del local les perdonen la minuta. Lo que ocurre es que su treta es descubierta y a consecuencia de ello reciben una brutal paliza por parte de los esbirros de la dueña del restaurante, una misteriosa mujer.


Lo siguiente que hace el grupo es robar las carteras de unos jugadores de un local de pachinko –juego de tragaperras ultrapopular en Japón-, pero también son descubiertas. Nueva paliza, esta vez entre mujeres en los servicios femeninos del local. Llevamos un cuarto de hora de cinta y aún no ha pasado nada remarcable. Entonces, nuestras amigas –que visten como los Scorpions en las fotos de la funda interior de su álbum Tokyo Tapes- se cruzan con otra banda femenina, más numerosa, vestida con uniformes escolares. No tarda en montarse una tangana en la que las cuatro carteristas tienen las de perder –atención, vemos el primer pecho desnudo de la película- pero la pelea se detiene de pronto cuando aparece en escena una nueva joven que también iba en el furgón del inicio de la historia. Sin embargo, la cabecilla de las cuatro amigas se enfrenta a ella antes de huir todas al oírse sirenas.

Es a esta joven a la que vemos esconderse en casa de un cineasta que rueda películas pornográficas –sí piltrafillas, segundo pecho desnudo de la cinta- en el comedor de su apartamento.


En fin amiguitos, lo que sigue son palizas, torturas, alguna violación y una trama que –quizás sea porque estoy viendo la versión original en japonés- se me escapa por momentos. Creo interpretar que la banda de chicas ha importunado a un grupo yakuza masculino y se me ocurre que quizás esta –en apariencia- obra menor del cine mundial sea un alegato feminista e inconformista ante el predominio masculino en todos los estratos de la sociedad, incluso en los más corruptos. Pero no me hagáis mucho caso. Al final, nuestras cuatro amigas salen victoriosas... aunque no se muy bien de qué exactamente.

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