domingo, 7 de diciembre de 2025

El violador infernal (1988)


Sin contar mi reseña dedicada al estreno de Los 4 Fantásticos, desde el pasado mes de julio que no os comentaba la visión de alguna película de esas que me gusta traeros por aquí, de horror, erotismo, sangre o fenómenos extraños. Pues bien, esta El violador infernal que hoy os traigo, tiene en mayor o menor medida y con mayor o menor acierto de todo eso, lo que la convierte en uno de esos montones de guano entrañables con los que disfruto de tanto en tanto, esta vez todo un exponente de lo que algunos denominan el trash-mex. Dirigida por Damián Acosta Esparza, cuenta con la participación en sus principales papeles de Manuel ‘Flaco’ Ibáñez, Noé Murayama, Ana Luisa Pelufo, Marisol Cervantes y la Princesa Lea, nombre artístico de la canadiense Susan Linda Fair, una bailarina de Montreal que se instaló en los Estados Unidos para iniciar una carrera como vedette que la llevó a diversos países de Centroamérica hasta recalar definitivamente en México. El argumento de este pedrusco nos cuenta como el asesino Carlos el Gato es ejecutado en la silla eléctrica cuando, aún caliente, se le aparece el Ser supremo de las tinieblas en forma de mujer madura –de hecho, no esperéis jovencitas de buen ver en esta película– y le ofrece devolverle a una vida llena de riquezas y drogas siempre que viole y asesine a cualquier hombre o mujer que se cruce con él, marcando a sus víctimas con el 666. 
 

Pese a los pocos medios económicos de los que evidentemente dispuso El violador infernal, con esos efectos especiales de pacotilla que hacen buenos a los vistos en Kiss meets the phantom of the park, las interpretaciones resultan por lo menos voluntariosas en medio del despropósito y las escenas son afrontadas con mucho oficio por parte del realizador. En el ambiente flota una atmósfera de cutrez, es vedad, pero eso otorga una carga de realidad a la película que es de agradecer. Las violaciones son depravadas y están rodadas sin asomo de esteticismo ni voluntad de erotizar, mostrando en los asesinatos sufrimiento y sangre a raudales. Ya os he dicho antes que aquí no se muestran cuerpos de jóvenes modelos, los desnudos son de mujeres con cuerpos sin glamour y libres de artificio, lo que dota a los actos de El Gato de una naturalidad perturbadora. Mención aparte merecen los diálogos, simplones y trufados de perlas como la que os acompaño, que son un retrato de la vertiente más casposa de la sociedad mexicana de la época, con policías llamando despectivamente a un homosexual dama o muñeca mientras cruzan frases como: 
 
-Este maricón es inocente. 
-Nomás por un defecto. 
-¿Cuál? 
-Pues eso, que es maricón. 
 
En resumen, un slasher de horror sobrenatural gore y nudie simpático y entretenido indicado para enfermos recalcitrantes de la exploitation bizarra y absurda.

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