lunes, 25 de noviembre de 2024

Calamares con tomate


Piltrafillas, ayer cociné otro de esos platos para los que tengo mano, uno de los que por aclamación familiar tengo que hacer de tanto en tanto sí o sí. La verdad es que, modestia aparte, tengo facilidad para la cocina, pero es cierto que hay cosas que me quedan mejor que otras. Los Calamares con tomate son una de ellas. Y eso que son facilísimos y rápidos de preparar. 
 
Así pues, si queréis sorprender a la familia –o a vosotros mismos– con un plato fácil y rico, tomad nota. Como siempre, lo de las cantidades es a ojo de buen cubero. Llevo casi treinta años cocinando y excepto cuando hago repostería, los ingredientes los echo a puñados y según mi parecer. El problema viene cuando tengo que cocinar algo para más de tres personas, porque no controlo. En fin, tomad nota: 
 
1. Comprar seis calamares medianos y seis gambas grandes, o seis gambones en su defecto. 
2. Pelar las gambas y sacar las cabezas. Reservar. 
3. Limpiar los calamares y cortar en rodajas. 
4. En una sartén grande con un chorro de aceite, poner a dorar un par de dientes de ajo a láminas sin que se quemen. 
5. Añadir los calamares, echar sal, pimienta negra, pimentón y el líquido del interior de las cabezas de gamba. 
6. Remover y cocer un rato a fuego medio. 
7. Mientras, cortar una cebolla grande en juliana y añadir. 
8. Tras unos minutos, añadir un vasito de vino negro, remover bien y tapar, dejando cocer hasta que se haya evaporado gran parte del líquido. 
9. Hecho esto, añadir un bote de tomate triturado –el de tamaño pequeño– y añadir un poco más de sal. Remover para repartir la salsa uniformemente y disponer las gambas peladas por la sartén sin menearlas. 
10. Cocerlo todo a fuego medio-bajo durante un buen rato, vigilando que no se enganche la cebolla o los calamares a la sartén. 
11. Apagar el fuego, retirar y dejar reposar un par de horas. 
 
Ya sólo queda esperar a la hora de comer, antes de la que pondremos a calentar a fuego suave los calamares. Yo acostumbro a acompañarlos con patatas fritas de esas que venden congeladas o de arroz hervido colado y frío, al que doy forma con esos boles que todos tenemos en casa para comer los berberechos o los mejillones del aperitivo. 
 

Como complemento, cava fresquito o vino blanco... o una cerveza, que aquí cada uno tiene los gustos que tiene. Y pan crujiente para untar, claro. 
 
¡Buen provecho!

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