Piltrafillas, ayer cociné otro de esos platos para los que tengo mano, uno de los que por aclamación familiar tengo que hacer de tanto en tanto sí o sí. La verdad es que, modestia aparte, tengo facilidad para la cocina, pero es cierto que hay cosas que me quedan mejor que otras. Los Calamares con tomate son una de ellas. Y eso que son facilísimos y rápidos de preparar.
Así pues, si queréis sorprender a la familia –o a vosotros mismos– con un plato fácil y rico, tomad nota. Como siempre, lo de las cantidades es a ojo de buen cubero. Llevo casi treinta años cocinando y excepto cuando hago repostería, los ingredientes los echo a puñados y según mi parecer. El problema viene cuando tengo que cocinar algo para más de tres personas, porque no controlo. En fin, tomad nota:
1. Comprar seis calamares medianos y seis gambas grandes, o seis gambones en su defecto.
2. Pelar las gambas y sacar las cabezas. Reservar.
3. Limpiar los calamares y cortar en rodajas.
4. En una sartén grande con un chorro de aceite, poner a dorar un par de dientes de ajo a láminas sin que se quemen.
5. Añadir los calamares, echar sal, pimienta negra, pimentón y el líquido del interior de las cabezas de gamba.
6. Remover y cocer un rato a fuego medio.
7. Mientras, cortar una cebolla grande en juliana y añadir.
8. Tras unos minutos, añadir un vasito de vino negro, remover bien y tapar, dejando cocer hasta que se haya evaporado gran parte del líquido.
9. Hecho esto, añadir un bote de tomate triturado –el de tamaño pequeño– y añadir un poco más de sal. Remover para repartir la salsa uniformemente y disponer las gambas peladas por la sartén sin menearlas.
10. Cocerlo todo a fuego medio-bajo durante un buen rato, vigilando que no se enganche la cebolla o los calamares a la sartén.
11. Apagar el fuego, retirar y dejar reposar un par de horas.
Ya sólo queda esperar a la hora de comer, antes de la que pondremos a calentar a fuego suave los calamares. Yo acostumbro a acompañarlos con patatas fritas de esas que venden congeladas o de arroz hervido colado y frío, al que doy forma con esos boles que todos tenemos en casa para comer los berberechos o los mejillones del aperitivo.
Como complemento, cava fresquito o vino blanco... o una cerveza, que aquí cada uno tiene los gustos que tiene. Y pan crujiente para untar, claro.
¡Buen provecho!
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