domingo, 10 de marzo de 2019

The Phantom Empire (1988)


Mi aporte de hoy a las críticas cinematográficas es para The Phantom Empire, dirigida, producida y coescrita por Fred Olen Ray, un realizador del que ya os he hablado algunas veces. Piltrafillas, la verdad es que ya tenía ganas de presentaros esta película, mala a más no poder si la metemos en un saco junto a la obra de –por ejemplo Nolan, Cuarón o los Coen, pero toda una obra mítica de las estanterías de VHS tardoochenteras. “La historia que vais a ver es cierta. Nada se ha cambiado. Estas son las personas reales que vivieron esta gran aventura y esta es la manera en que ocurrió, tal como me la contaron”. ¿En serio Fred, era necesario poner ese texto que nadie en su sano juicio iba a creerse?, pues claro que sí, aunque sólo sea para que el espectador supiese el tipo de película que estaba a punto de ver. Una gran broma, un batiburrillo de géneros entre la parodia y el homenaje que –de una forma u otra– no deja indiferente. Y es que la cinta comienza con la entrada a una cueva, gruñidos y unas imágenes distorsionadas imitando a lo que algo parecido a un ocelo de insecto vería si mirase al exterior. Y gracias a la típica familia que se encuantra en el sitio erróneo en un mal momento, llega una escena homenajeando The Fly (Kurt Neumann, 1958), efectos gore cutres y una especie de monstruo con un maquillaje y vestuario patéticos. El resultado del encuentro supone la muerte del hombre, pero sirve para que llegue a oídos de Danae Chambers que el asesino llevaba puesto un collar de diamantes en bruto de extraordinario valor. Su sospecha es que las piedras provenían del interior de la cueva en la que se escondía el monstruo por lo que decide contratar los servicios de una agencia de rescatadores de tesoros para que la ayuden a buscar el filón. Así, el trío –con la ayuda de un minerólogo y un joven aerqueólogo– se adentran en las profundidades de la cueva, unas profundidades –por cierto– con mucha mejor iluminación que la mayoría de escenas nocturnas de toda película de bajo presupuesto que se precie. Del todo inexplicable si no tenemos en cuenta que estamos ante un producto en el que la coherencia y la verosimilitud brillan por su ausencia. 


Mientras el grupo acampa despreocupado, el monstruo cavernícola del inicio de la cinta persigue a una chica en biquini por los túneles de la montaña y es entonces cuando nos enteramos aterrados –dejadme que le eche teatro– que el engendro no está solo y que pertenece a una comunidad de seres deformes que vive bajo la superfície. Cuando la perseguida entra en contacto con el grupo, estos la protegen de la horda de salvajes que la acosan y que los atacan con furia... hasta que el joven Andrew descubre el “arma secreta” a la que temen: la luz de las linternas (que ya he dicho que es del todo innecesaria porque en el interior de la cueva hay tanta luz como en una discoteca). Total, que los monstruos consiguen huir, llevándose consigo a Danae con la intención de comérsela después de asarla como a una cabra. Y no os cuento más por si os decidís por verla –desde aquí mi recomendación a ello–, aunque sí os adelantaré que en la cueva también aparecerá un robot que parece el hermano subdesarrollado del Robbie de Planeta prohibido (Fred M. Wilcox, 1956) y que acaban entrando en un mundo oculto con amazonas prehistoricas –compañeras de la chica del biquini–, homenaje del realizador a Cuando los dinosaurios dominaban la tierra (Val Guest, 1970) o a su propia Dinosaur island –de la que roba imágenes–, un mundo en el que reina una extraterrestre muy sexy. Entre otros intérpretes, esta The Phantom Empire cuenta con la icónica Sybil Danning, Dawn Wildsmith –una habitual en peliculas de Ray, con quien se casó y fundó una productora y a la que también pudimos ver en Surfistas nazis deben morir, vista aquí– y el no menos mítico Jeffrey Combs pocos años después de interpretar al icónico Herbert West de Re-animator. En el elenco también podemos encontrar una colaboración de Michelle Bauer, amiga de Fred y actriz en diversos de sus películas. En fin, una simpaticamente infumable cinta que se ha convertido en una película de culto para frikis del cine de serie Z ochentero y que –para acabar de redondear– finaliza con un letrero que afirma que ha sido rodada en el centro de la Tierra. 
Por cierto, a su conclusión anunciaba una secuela que –no sé si por suerte o por desgracia– nunca se materializó. De lo más entretenida para disfrutar junto a un buen copazo de ron añejo. 

Otras películas comentadas del prolífico Fred Olen Ray

Dinosaur island (1994) aquí 
Evil toons (1992) aquí 
Bad girls from Mars (1990) aquí 
Hollywood chainsaw hookers (1988) aquí

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