domingo, 6 de mayo de 2018

En realidad, nunca estuviste aquí (2017)


Y tras ese atisbo de gore sexploitation interruptus del que os he hablado antes, llega un thriller extraño, angustioso, algo enrevesado y protagonizado por un fantástico Joaquin Phoenix que borda el papel de ser traumatizado y brutal. Dirigida y escrita por la escocesa Lynne Ramsay, esta En realidad, nunca estuviste aquí que a ratos puede parecer un en realidad, nada de todo esto ha ocurrido o en realidad, no hemos entendido una puta mierda, explica el lío en el que se mete Joe –un veterano de guerra con estrés postraumático y trauma infantil fruto de los abusos de su padre– cuando rescata a la hija de un político de un burdel con servicio de prostitución infantil y de pronto se da de bruces con un poderoso cliente de la organización. 


Extremadamente violenta (no siempre de manera explícita), con flashbacks, visiones del protagonista y un montaje que pasa de las escenas largas y poéticas a peleas de lo más cruentas, En realidad, nunca estuviste aquí es deudora del cine setentero de políticos metidos en confabulaciones criminales y del de justicieros urbanos, aunque en esta ocasión parece mucho más trastornado el vengador que los delincuentes con los que trata, vulgares seres sin escrúpulos pero sin duda más centrados que Joe. Un detalle –ignoro si casual o buscado– es el punto de unión con Old boy, ya que una de las armas utilizadas por el protagonista es un martillo. En fin, amiguitos, una de esas películas que me han gustado en el conjunto aunque no sea de fácil digestión, pero que siento que tengo que volver a ver para comprobar si la he entendido bien, aunque se me haga pesado hacerlo precisamente por lo opaco del producto. Pese a todo, aunque sólo sea por el trabajo de Phoenix como violento alienado y por la extraña poesía que desprende, os la recomiendo.

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