domingo, 18 de febrero de 2018

Black Panther (2018)


Pues bien, amiguitos, los habituales ya sabréis que cuando hay un estreno de Marvel –y últimamente de DC– la tradición kingpiltrafillesca obliga a pasar una estupenda tarde con mi hija y un bol de palomitas, por lo que estaba cantado que no iba a tardar en comentaros mis impresiones sobre Black Panther. Vamos a ello. La estructura de mis entradas cinematográficas siempre acostumbra a ser la misma, pequeña presentación, sinopsis y breve –o no, depende del día– valoración sobre la película en cuestión. Así que, para no apartarme del camino marcado, os diré que Marvel Studios acaba de estrenar Black Panther, basada en el personaje creado en los años 60 por Stan Lee y Jack Kirby. Dirigida y coescrita por Ryan Coogler y protagonizada por un largo elenco en el que constan Chadwick Boseman, Michael B. Jordan, Lupita Nyong’o, Danai Gurira, Angela Bassett o Forest Whitaker, nos cuenta cómo T’Challa regresa a Wakanda después de lo acontecido en Captain America: Civil war (aquí), dispuesto a convertirse en rey tras la muerte de su padre T’Chaka. Pronto tendrá que enfrentarse con Ulysses Klaue –fantástico Andy Serkis– sin saber que su verdadero enemigo es el que está detrás de sus pasos. Así, T’Challa tendrá que pelear con Killmonger conocedor del pasado de este y de las razones por las que alberga tanto odio y decidir si continúa manteniendo a su país y la tecnología que alberga en secreto, o se pone al servicio del resto de naciones. 


Hasta aquí, sin demasiados spoilers, la primera capa de la cebolla que nos muestra Black Panther, una nueva entrega del universo Marvel. Pero hay más. Antes de nada, dejadme que alabe una vez más el poder de la maquinaria publicitaria de Walt Disney Studios, que nos ha vuelto a vender que estamos ante la película del siglo y nos lo hemos tragado otra vez. Y no, no es cierto, no es tan fabulosa la pantera como la pintan... aunque hay que admitir que esta cinta no es una más del universo de Marvel. Si con Thor: Ragnarok (aquí) dieron una vuelta de tuerca basada en el humor –para algunos desmedido– en esta se ha focalizado en el enaltecimiento racial y el feminismo. Sí piltrafillas, Black Panther es como una blacksploit setentera dirigida por Malcolm X con guión de Angela Davis. Y exceptuando a un par de protagonistas –uno es malo y el otro está relegado a un segundo plano–, su realizador y la práctica totalidad del elenco son de raza negra. Además, la cinta se inicia en Oakland, localidad californiana en la que nacieron los Panteras Negras, en el apartamento de la primera escena hay un póster de los Public Enemy, se escuchan términos como “blanquito” y –dejando de lado a T’Challa y su némesis, Killmonger– la fuerza, tanto física como mental, de Wakanda reside en tres mujeres: Nakia, Okoye y Shuri, activista social y espía, general de la guardia de corps del monarca de Wakanda y responsable del desarrollo tecnológico del reino, respectivamente. También ayuda a convertir a Black Panther en un elemento diferenciador del universo que el villano de turno –estupendo Michael B. Jordan, que ya había trabajado con Coogler en Creed– provoque la empatía del espectador al conocerse su pasado y sus motivaciones. 


Os diré que hay unas cuantas escenas que eliminaría –el primer encuentro de T’Challa con el espíritu de su padre y su perorata me parecen prescindibles– y que el CGI es algo penoso en la pelea de los dos Panther o en la aparición de los rinocerontes de combate, por ejemplo. Pese a ello, el diseño de producción es excelente y esa iluminación le hace venir ganas a uno de irse a África inmediatamente a disfrutar de sus puestas de sol. En resumen, una recomendable película que no es la típica de superhéroes, pero tampoco –en mi humilde opinión, luego no me digáis nada si le empiezan a llover premios– la gran obra que nos prometían. Me ha gustado, sí, pero también me ha decepcionado hasta cierto punto. Y es que yo, cuando voy al cine a ver películas de gente con poderes metida en trajes ajustados, quiero explosiones, peleas, acción, humor, desmesura y espectáculo. Para concienciarme socialmente de la opresión a una raza ya tenemos Detroit (aquí).

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