Evidentemente, estoy en contra de la utilización con fines comerciales de mediocres obras gráficas creadas con inteligencia artificial como opción barata para ahorrarse pagar el trabajo de un artista o diseñador. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando un artista se vale de esas herramientas para llevar a cabo su trabajo? En ese caso –al igual que me pasaba hace años con los instrumentos de creación artística digital– tengo sentimientos encontrados, aunque no puedo negar que el resultado, cuando tras esas obras hay el talento de un artista, es muy atractivo. Y ese es el caso de las imágenes que salen de la imaginación de Carly Fridhandler, una directora artística de Montreal que trabaja para marcas como Adidas, Nivea, Walmart, Olay o Cirque du Soleil que mediante herramientas de inteligencia artificial explora otra faceta de su potencial creativo volcada en el mundo de la moda y colaborando con diversas publicaciones del ramo bajo el nombre de Scorpion Sorbet.
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