domingo, 2 de octubre de 2022

La monja homicida (1979)


Este domingo os voy a hablar de la italiana La monja homicida, una película dirigida y coescrita por Giulio Berruti y protagonizada por una Anita Ekberg en horas bajas junto a Alida Valli, Massimo Serato, Daniele Dublino y Laura Nucci, entre otros intérpretes. Esta especie de mezcla de slasher y nunsploitation nos muestra a la hermana Gertrude, una monja con más de diez años de experiencia como ayudante del Dr. Poirret en un hospital psiquiátrico, tiempo en el que siempre se ha caracterizado por su bondad y carácter amable. Sin embargo, tras ser operada de un tumor cerebral, afirma sufrir de migrañas y extraños delirios. Tanto la Madre Superiora de su convento como el Dr. Poiret intentan que comprenda que la intervención fue un éxito y su angustia es una ilusión natural en pacientes de su tipo. 
 

Pero Gertrude cada vez se encuentra peor y parece que la única que la cree es su compañera de habitación, la hermana Mathieu, que está enamorada de ella. Un día, Gertrude decide iniciar una doble vida y comienza a pasar tiempo en la ciudad para relacionarse sexualmente con hombres al azar mientras cae en una adicción a los opiáceos. Entonces, en el hospital comienzan a producirse sangrientas muertes y todo parece indicar que la culpable es Gertrude, que ha perdido la razón. 
 

Piltrafillas, debo ser sincero con vosotros y deciros que esta La monja homicida es mala de cojones. Y lo cierto es que la idea inicial, sin ser un dechado de originalidad, era interesante. Pero el resultado no está a la altura. Las muertes están mal rodadas, Ekberg está sobreactuada, algunas escenas se alargan más de lo necesario, la relación entre Gertrude y Mathieu se muestra torpemente y el desenlace –además de previsible desde los primeros minutos de la película– es simplón. Si a eso le sumamos unos efectos visuales toscos, el conjunto no sirve ni como thriller violento ni como nunsploitation con escenas de monjas subidas de tono. En fin, otra de esas cintas indicadas para aquellos a los que nos gusta rebuscar habitualmente entre la basura con desigual suerte. No se puede ganar siempre.

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