domingo, 11 de julio de 2010

Loft






Comienzo mis reseñas con Loft, una película japonesa que nos cuenta la historia de Reiko, una joven escritora a la que conocemos encerrada en su reducido apartamento celda de una estancia, fumando, tosiendo, escribiendo y vomitando una especie de papilla marrón. Según le cuenta a su editor, el médico le ha dicho que no padece enfermedad alguna, pero ella sigue tosiendo y ahogándose de una manera tal que nos contagia su angustia. Vamos amiguitos, que si no hubiese dejado de fumar hace unos años, hoy mismo tiraba el paquete a la basura. En fin, que Reiko está pensando en mudarse a un apartamento mucho más espacioso que el que ocupa ahora ya que cree que eso la ayudará a concluir la novela que está escribiendo. Así, por mediación de su editor, encuentra en una localización alejada de la capital una gran casa de dos plantas. La noche del traslado ve como un hombre mete lo que parece un cuerpo sin vida en el interior de un edificio contiguo al suyo que parece abandonado pero que resulta ser un laboratorio universitario. Entonces Reiko hace lo que nadie normal haría pero hacen las protagonistas de las películas de terror, que no es otra cosa que compartir con su editor lo que cree haber visto e investigar por su cuenta lo que puede ocurrir en ese lugar.




Total piltrafillas, casi dos horas de una película de desarrollo lento, muuuuy lento –al parecer se trata de una característica de su realizador, el director de culto Kiyoshi Kurosawa-, cargada de laaaargos silencios, música melancólica y una buena fotografía que acentúa el tono misterioso de una historia de momias y extraños sucesos en la que Reiko –una mujer que parece estar siempre a punto de dormirse y que en lugar de sangre tenga agua con ansiolíticos- se ve envuelta. Si amiguitos, momias en Japón. Inusual tema e inusual cinta de terror –más bien angustia psicológica- en la que no hay demasiados sustos ni escenas gore aunque sí el sonido del viento, el del follaje agitándose, o la madera crujiendo, con un desenlace en el que todo ese castillo de naipes construído con inusitada lentitud que –en contínua lucha contra el sopor- a punto ha estado de llevarnos a la modorra o directamente al ronquido babeante, nos conduce a un final soso y algo ridículo. No me malinterpretéis amiguitos, Loft es bonita –estéticamente- y quizás se trata de una expresión artística remarcable, pero aburre soberanamente y si os la recomendase os estaría engañando. Para los que hace décadas disfrutaban debatiendo durante horas sobre la última cinta de arte y ensayo iraní que habían visto, un verdadero tocho.

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