Estamos a principios de 1974. En un marco de alcoholismo, crisis nerviosas, insatisfacción artística y una situación personal caótica en el plano sentimental, Eric Bell –guitarrista de Thin Lizzy– ha abandonado la banda y esta es historia, al menos en teoría. Y es que en ese momento, Phil Lynott y Brian Downey no tenían claro si seguir con el grupo o dejarlo estar, pero lo que sí parecía seguro es que no utilizarían más el nombre. No obstante, antes de poner el punto y final al proyecto, la banda tenía que cumplir con sus compromisos contractuales y completar la gira por Irlanda. Para ello, Lynott pidió ayuda a su amigo Gary Moore, que aceptó y no sólo se aprendió el repertorio en un tiempo récord sino que ofreció lo mejor de si mismo sobre el escenario e incluso participó en la grabación de un par de temas. Pero Moore no estaba preparado para formar parte de un grupo bajo el liderazgo de alguien que no fuese él mismo o al menos no al mando de Phil así que tras cumplir su cometido se marchó para unirse a Colosseum II.
Llegados a este punto, finalmente,
Lynott y
Downey deciden seguir con la
banda e incluso –por recomendación de amigos, familiares y seguidores–
continuar adelante como Thin Lizzy. Sin embargo, lo que el bajista
tiene claro es que a partir de ahora la formación debe tener dos
guitarristas. Los primeros contratados son unos tales
John Cann y
Andy Gee, que no cuajarán. Y así es como, tras diversas audiciones,
Downey y
Lynott acaban contratando a un
jovencísimo Brian Robertson que
sabía solfeo, guitarra, cello, piano y batería y al estadounidense
Scott Gorham, que quedó impresionado por el nivel musical de sus tres
compañeros y no podía creerse la oportunidad que se le estaba dando. De esa
forma, la formación considerada clásica de Thin Lizzy con un
irlandés, un inglés –al menos de nacimiento–, un escocés y un californiano
veía la luz y era fichada por Phonogram después de un concierto en la
sala Marquee de Londres en julio de 1974.
Así, tras tres álbumes con Decca, Thin Lizzy editaban con
Vertigo el que era su cuarta obra de estudio, este
Nightlife que hoy os traigo, que para el grupo supuso resurgir de sus
cenizas. Pese a su importancia en ese sentido, el disco siempre ha sido
calificado de mediocre, con una mezcla estilística que no convenció ni a la
discográfica, ni a la crítica ni a la propia banda. Y es que por entonces,
Thin Lizzy eran unos don nadie a nivel masivo, un grupo envuelto en
problemas de drogas, con un futuro incierto y muy alejado del estatus de
culto del que disfrutan en la actualidad. Pero como para este que os
escribe, de Thin Lizzy –como del cerdo– hasta los andares, aquí estoy
para reivindicar esta obra.
Nightlife fue producido por el joven Ron Nevison –que tenía cierta experiencia como ingeniero– y el mismo Phil Lynott, quien también cantó, tocó el bajo y la guitarra acústica. Como os he contado, el resto de guitarras corrieron a cargo de Brian Robertson y Scott Gorham –además de Gary Moore en Still in love with you, una de las canciones grabadas en los Pebble beach studios– y en la batería y percusión estuvo Brian Downey. Como músicos adicionales encontramos a Frankie Miller en las voces del tema con Moore, a Jean Roussell en el Hammond y el piano en varios temas y al arreglista Jimmy Horowitz en otros tantos.
En la portada –de
Jim Fitzpatrick, cómo no– puede verse una ilustración de una pantera negra que, en boca de
su autor, es un guiño a figuras afroamericanas como
Malcolm X y
Martin Luther King. Y el track list fue:
A
She knows
Night life
It’s only money
Still in love with you
Frankie Carroll
B
Showdown
Banshee
Philomena
Sha-la-la
Dear heart
Inaugura el disco la preciosa
She knows. Lo sé, eso no tiene nada de análisis musical, pero es que es todo lo que
se necesita decir del tema. Además, ya muestra la evolución que representa
para el sonido de la banda el haber pasado a cuarteto con dos guitarras.
Repito, una preciosidad. Le sigue
Night life, una mezcla de soul y blues con un ambiente que tiene muy
poco de pub dublinés y mucho de garito de Memphis en la que el protagonismo
se lo lleva Lynott. It’s only money es mucho más
enérgica y con la presencia del sonido de guitarras al que en años
posteriores nos acostumbraría la banda. El trabajo de
Downey también es destacable. De
Still in love with you poco
puedo decir que no imaginéis. Con un excelso
Gary Moore a las seis cuerdas,
es un tema pausado y cargado de sentimiento. Finaliza la cara una extraña
–por poco thinlizziana– y triste
Frankie Carroll, con piano, arreglos de cuerda y la voz melancólica de
Phil.
La cara B comienza con Showdown, un tema lento con tintes de funk intimista que se alegra al final con percusión, coros y una guitarra juguetona. Y si la última de la cara anterior y el tema precedente no son precisamente exponentes del sonido que Lynott y los suyos nos ofrecerían los años posteriores, la instrumental Banshee –con sus aires country y apenas un minuto y medio de duración– suena a idea a desarrollar en discos venideros que se metió ahí para hacer bulto. Con un inicio irish folk que se repite en diversos pasajes de la canción, le sigue Philomena –dedicada a su madre– un hard rock con ritmo y mucho sentimiento. Y si Showdown tenía un ramalazo funky, Sha-la-la es un funk hard rock acelerado, con un bajo y una batería totalmente espídicos. El punto final lo pone Dear heart, una balada con pomposos arreglos de cuerda de tintes soul que resulta agradable y encaja en la vertiente más sentimental de Phil pero que para nada casa con lo que podían ofrecer Robertson y Gorham.
Así pues ¿es Nightlife un mal álbum?, en absoluto (aunque ya sabéis
que con Lynott no soy para nada
objetivo). Sin embargo, es una extraña pieza con demasiados estilos
mezclados, ampulosos arreglos de cuerda un poco a lo
UFO y experimentos sónicos de
una banda buscando su camino. En ese sentido, en lo que es la carrera del
grupo, es un bicho raro, sí. Pero qué bicho, joder. Es el puto
Phil Lynott, amigos.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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