domingo, 2 de abril de 2023

Dark waters (1993)


Hoy toca que os hable de la coproducción italo-ruso-británica Dark waters, una película extraña pero con un aura misteriosa que la ha convertido en uno de esos títulos malditos de culto. Dirigida y coescrita por el napolitano Mariano Baino, fue rodada en Ucrania y contó con las actuaciones de Louise Salter, Venera Simmons, Ludmila Marufova, Tanya Dobrovolskaya o Alvina Skarga, entre otros intérpretes. El argumento nos cuenta la llegada de la joven Elizabeth a una isla solitaria del Mar Negro en la que se encuentra un convento sombrío, sin luz eléctrica ni la más básica de las comodidades y que 20 años atrás fue reducido a escombros por una tormenta. 
 

Durante ese tiempo, el padre de Elizabeth –que ha fallecido recientemente– ha ido llevando a cabo donaciones a la congregación de monjas que lo habita y ahora, después de recibir una carta de su amiga Theresa –no se explica la razón por la que la joven tiene una conocida en dicho lugar–, Elizabeth ha decidido investigar los motivos antes de continuar efectuando los pagos. Al llegar al convento, Elizabeth –que pasó sus primeros siete años en la isla, aunque no guarda ningún recuerdo de ello– es recibida por la Madre Superiora en lugar de por su amiga Theresa, quien –oh, casualidad– justo cuando ella se ha presentado en la isla respondiendo a su llamada, ha tenido que irse a Londres a hacer unas gestiones. O al menos eso le cuentan. Entonces, le asignan como asistente a una amable novicia llamada Sarah, quien la acompaña continuamente en la búsqueda de respuestas a sus preguntas, lo que llevará a Elizabeth a descubrir un secreto maligno y oscuro. 
 

Estetica y visualmente sugestiva, aunque con una fotografía ocre y oscura de atardeceres tardíos, noches iluminadas por las llamas y estancias alumbradas por velas, Dark waters es una mezcla de giallo mediterráneo y terror gótico de la Hammer con autoflagelaciones, crucifijos bañados en agua, fuego, monjas ciegas envueltas en penumbra, códices antiguos y amuletos de piedra... aunque sin erotismo ni gore. Si se hiciese en cómic, sería perfecta para que la dibujase Mike Mignola, para que me entendáis los que conozcáis la obra del artista californiano. Y aunque el argumento es algo enrevesado, el tono general de la película, esa ambientación enfermiza, demoníaca y el secreto que planea durante todo el metraje la convierten en una producción de baratillo pero sumamente atractiva. En resumen, una rareza difícil de clasificar pero muy entretenida de ver.

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