miércoles, 30 de agosto de 2017

Summer of 2017: Scotland (Part VI)


Y llegó el día D, el que justificaba nuestro viaje estival a Escocia, el que provocó que cogiésemos el ferry de Oban a Craignure, en la isla de Mull, para atravesar sus impresionantes parajes llenos de lagos, fiordos, cascadas y verdes laderas sobre las que sobrevuelan las águilas. Todo para llegar a Fionnphort, desde donde sale el ferry a –por si aún no lo habéis adivinado leyendo las entradas precedentes– la isla de Iona, cuna de la cristianización de Escocia de la mano del irlandés San Columba, que llegó a la isla a mediados del siglo VI. Pese a ser el lugar en el que numerosos reyes de Escocia yacen en su descanso eterno, la reforma protestante demolió todo rastro de la antigua abadía y el monasterio de monjas. Sin embargo, desde el siglo XIX se ha llevado a cabo una labor de restauración que ha devuelto el esplendor a la isla. 


Pero su historia, su fauna o sus paisajes son secundarios para nosotros. Lo principal de la isla es que sirvió para que diésemos nombre a nuestra preciosa hija que este verano, al fin, ha cumplido el sueño de visitarla. En resumen, una jornada emocionante en la que nos sonrió el tiempo –se había anuncido un lluvia que, por suerte, no hizo acto de presencia– e incluso uno de los bolardos de amarre. Para poner la guinda, me comí un bistec de angus de Aberdeen con salsa de ajo, patatas y verduritas que acompañé con una pinta de Caledonia Best.

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