Mi aporte de hoy a las críticas cinematográficas es para The Phantom Empire, dirigida, producida y coescrita por Fred Olen Ray, un realizador del que ya os he hablado algunas veces. Piltrafillas, la verdad es que ya tenía ganas de presentaros esta película, mala a más no poder si la metemos en un saco junto a la obra de –por ejemplo– Nolan, Cuarón o los Coen, pero toda una obra mítica de las estanterías de VHS tardoochenteras. “La historia que vais a ver es cierta. Nada se ha cambiado. Estas son las personas reales que vivieron esta gran aventura y esta es la manera en que ocurrió, tal como me la contaron”.
¿En serio Fred, era necesario poner ese texto que nadie en su sano juicio iba a creerse?, pues claro que sí, aunque sólo sea para que el espectador supiese el tipo de película que estaba a punto de ver. Una gran broma, un batiburrillo de géneros entre la parodia y el homenaje que –de una forma u otra– no deja indiferente. Y es que la cinta comienza con la entrada a una cueva, gruñidos y unas imágenes distorsionadas imitando a lo que algo parecido a un ocelo de insecto vería si mirase al exterior. Y gracias a la típica familia que se encuantra en el sitio erróneo en un mal momento, llega una escena homenajeando The Fly (Kurt Neumann, 1958), efectos gore cutres y una especie de monstruo con un maquillaje y vestuario patéticos. El resultado del encuentro supone la muerte del hombre, pero sirve para que llegue a oídos de Danae Chambers que el asesino llevaba puesto un collar de diamantes en bruto de extraordinario valor. Su sospecha es que las piedras provenían del interior de la cueva en la que se escondía el monstruo por lo que decide contratar los servicios de una agencia de rescatadores de tesoros para que la ayuden a buscar el filón. Así, el trío –con la ayuda de un minerólogo y un joven aerqueólogo– se adentran en las profundidades de la cueva, unas profundidades –por cierto– con mucha mejor iluminación que la mayoría de escenas nocturnas de toda película de bajo presupuesto que se precie. Del todo inexplicable si no tenemos en cuenta que estamos ante un producto en el que la coherencia y la verosimilitud brillan por su ausencia.
Por cierto, a su conclusión anunciaba una secuela que –no sé si por suerte o por desgracia– nunca se materializó. De lo más entretenida para disfrutar junto a un buen copazo de ron añejo.
Otras películas comentadas del prolífico Fred Olen Ray:
Dinosaur island (1994) aquí
Evil toons (1992) aquí
Bad girls from Mars (1990) aquí
Hollywood chainsaw hookers (1988) aquí
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