miércoles, 22 de agosto de 2018

Budapest, negyedik rész


El siguiente día dedicamos la mañana a visitar la zona del Castillo. La subida puede hacerse de varias formas, aunque por el precio y en aras del tipismo, nosotros escogimos utilizar el funicular Budavári Sikló y luego bajar caminando. La zona superior de la Colina de Buda ya vale la visita por si misma, tanto por las vistas que ofrece como por el encanto arquitectónico de los elementos que componen toda el lugar. Nosotros recorrimos todo el recinto aunque sin entrar en ningún museo o iglesia. Eso sí, al mediodía nos sentamos a tomar una cervecita. Cuestión de prioridades. Así, además del Castillo o Palacio Real con sus museos, en la colina encontramos también la Torre de María Magdalena, la Iglesia de Matías y el Bastión de los Pescadores


Después de cruzar a Pest de regreso por el Puente de las Cadenas y comerme un guiso de carne, hígado y arroz, nos fuimos al hotel para descansar un poco –el sol a esa hora era implacable– antes de nuestro paseo vespertino. Comenzamos por el Boulevard Karoly y paseamos por los alrededores de la Basílica de San Esteban hasta que a poca distancia de la misma descubrimos un café con el parisino nombre de Montmartre dedicado a Manowar –el dueño, una especie de metalhead maduro venido a menos, estaba sentado a la entrada y controlaba a un joven camarero– que disponía de una amplia carta de cervezas belgas. Así que, como en este viaje me había propuesto no beber cervezas que no fuesen checas o húngaras, me decidí por un Aperol spritz mientras escuchaba a Motörhead. Cuando oscurecía, nos fuimos hasta la Plaza Erzsébet y subimos –cosas de mi hija– a la noria que allí hay instalada, antes de regresar callejeando por el barrio y acabar cenando por Váci. Un paseo por la orilla del Danubio hasta la zona de la Iglesia de la Santa Virgen puso fin al día.

Parte 7

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