Y si hay algo que nadie puede perderse de visitar en Córdoba es su impresionante mezquita-catedral. No sé lo que opinarán los cordobeses, pero –al igual que Carlos V en su momento– creo que la catedral católica plantada en el centro de la mezquita es un pegote, un despropósito arquitectónico que –pese a su innegable belleza– rompe con la estética original del conjunto anterior musulmán. No obstante, aún tenemos que dar gracias a que a nadie se le ocurrió llevar a cabo la demolición de la Gran Mezquita que nos hubiese privado de conocer esta maravilla. En fin, que aquí tenéis unas cuantas fotografías que no hacen justicia a la belleza que uno puede disfrutar in situ.
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