domingo, 6 de diciembre de 2020

El exterminador de la carretera (1983)


-Señores, vamos a rodar una copia de Mad Max 2: El guerrero de la carretera
-Ya, pero no tenemos suficiente dinero para ir al outback australiano. 
-Pues nos vamos a Almería, que ya he rodado westerns allí varias veces. 
-Tampoco hay presupuesto para construir esos camiones y vehículos distópicos molones. 
-Es igual, pillamos varios coches de un desguace, alquilamos unos cuantos Pegaso y Barreiros a los camioneros de algún bar de carretera y lo tuneamos todo con algunas planchas de metal y barras antivuelco. 
-Vale... pero disimularemos un poco, ¿no? 
-Para nada, a la película la titularemos El exterminador de la carretera
 
Piltrafillas, este diálogo ficticio hubiese podido tener lugar perfectamente entre el realizador Giuliano Carnimeo –aunque firmaría la cinta con el nombre más comercial de Jules Harrison– y su equipo de guión y producción porque esta El exterminador de la carretera que tuvo el título internacional menos obvio de Exterminators of the year 3000 es un plagio cutre y low cost de la exitosa película de George Miller protagonizada por Mel Gibson y Virginia Hey, aquí llevada a la pantalla por la pareja formada por Robert Iannucci y la española Alicia Moro en los papeles de Alien y Trash. 
 

Y si en aquella, Max defendía a los guardianes de una refinería del ataque de los malos, aquí el tal Alien tendrá que ayudar a Trash y a Tommy a llevar provisiones a una sociedad que vive bajo tierra en un mundo devastado post-nuclear en el que escasea el agua. Para ello tendrá que luchar con las hordas de Crazy Bull, el español Fernando Bilbao vestido y maquillado –salvando las distancias, claro está– como un sosias del Wez de Mad Max 2. En fin, amiguitos, esta vez sí, una de esas películas tan malas que acaban siendo buenas. Y es que, si nos olvidamos de su total ausencia de originalidad y de los personajes en los cuales se inspira –pero ¡si incluso hay un choque con una caravana!–, El exterminador de la carretera puede incluso resultar una cinta entretenida de serie B postapocalíptica, aunque el aspecto de baratillo de la producción lastra enormemente el resultado final. Total, nada que no pueda evitarse afrontándola con un buen copazo de ron añejo.

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