Pues ya estoy aquí un domingo más para comentaros una peliculilla, tocándole hoy a la infame Equalizer 2000. Y es que la saga Mad Max hizo mucho daño a realizadores con pocos escrúpulos, falta de imaginación y poco presupuesto. Aquí tenemos una historia ambientada en un futuro postapocalíptico –a ver, estamos hablando según la visión de los 80– con escasez de combustible, vehículos tuneados con exceso de chapa y un entorno desértico, ¿a que os suena? Seguro que sí, y a Max Rockatansky también le sonaría. Total, que con estos mimbres y unas cuantas monedas, el filipino Cirio Santiago –sí, el mismo detrás de cintas como TNT Jackson de la que os hablé aquí– parió una película que hoy solo somos capaces de ver frikis nostálgicos que todavía guardamos cintas VHS en el fondo del armario aunque haga eones que no las miramos. Protagonizada entre otros por Richard Norton, Corinne Wahl, William Steis y un Robert Patrick que seguramente no imaginaba que años después interpretaría al mítico T-1000 de metal líquido, lo que nos cuenta esta simpática bazofia es como un tipo duro llamado Slade escapa de un grupo paramilitar del que formaba parte y que domina con la violencia a diversas facciones rebeldes.
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