domingo, 14 de octubre de 2018

Hereditary (2018)


Y ahora le toca a Hereditary, una película que sí puedo deciros que me encantó. Escrita y dirigida por Ari Aster en el que supone su debut como realizador de largometrajes, cuenta con la participación de Toni Collette, Gabriel Byrne –ambos son también productores ejecutivos–, Alex Wolff y Milly Shapiro. El argumento es simple y aparentemente poco original, explicándonos cómo tras la muerte de una anciana comienzan a pasar cosas extrañas en la casa familiar en la que su hija Annie, el marido de esta y sus dos hijos –el adolescente Peter y la pequeña Charlie– empiezan a verse envueltos en episodios sobrenaturales en los que las apariciones y las visiones amenazan su convivencia e incluso sus vidas. Pero la manera en la que se nos cuenta todo tiene poco de habitual y se nos muestra de una forma inquietante que se aleja de los caminos trillados para el género. Con un enfoque original, buena fotografía e interpretaciones y una historia enrevesada que al final encuentra su explicación, de Hereditary me ha encantado también ese paralelismo entre lo que va ocurriendo y las miniaturas que la protagonista va construyendo, como si la realidad no fuese más que viñetas de un mundo ficticio. 


En el fondo, Hereditary no es más que una estupenda película de posesiones infernales que no utiliza la habitual simbología del cine de este tipo, algo que parece que fue una obsesión premeditada por parte de Aster. Acaso –por ponerle algún pero– puede resultarle a alguien algo lenta al principio, pero si uno está metido en la historia, eso no hace más que acentuar la angustia con ese ritmo pausado con el que el realizador va insinuando poco a poco pedacitos de la oscuridad que se cierne sobre la familia, retratando un ambiente opresivo, relaciones familiares densas, accidentes, visiones y una Annie Graham que va perdiendo la razón mientras todo se desmorona y el mal va tomando su lugar. En ese aspecto, Collette está inmensa como madre atormentada y desquiciada –quién no lo estaría en su lugar–, Byrne cumple como consorte al límite de su aguante, la debutante Milly Shapiro con su inquietante fisico impacta por lo intenso de su interpretación y el pobre Alex Wolff –que cuando se inicia la cinta no tiene ni idea de lo que se le viene encima– nos transmite perfectamente su vieje interior hacia la oscuridad. En resumen, miedo psicológico, terror sin demasiada sangre ni imágenes escabrosas –al menos antes de ese bizarro grand finale– que dan como resultado una muy recomendable película, sí señor.

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