domingo, 4 de febrero de 2018

Porno: situación límite (1981)


Piltrafillas, vaya por delante que en esta Porno: situación límite no hay nada que valga la pena. El montaje, las interpretaciones, las toscas y zafias escenas eróticas, la música, la fotografía... todo es un montón de basura de la altura de un campanario. Y si le sumamos que la versión que he visto está ripeada de una vieja cinta VHS os podéis imaginar la calidad de la experiencia. Así pues ¿por qué os hablo de ella y –lo que es más sorprendente– os recomiendo su visión? Simple y llanamente, porque es un exponente del cine clasificado “S” cutre y casposo que a finales de los 70 y principios de los 80 se rodaba en nuestro país, incluso con la participación –todos tenemos que ganarnos la vida y llenar la nevera– de solventes actores de cine o teatro que uno no imagina las carencias que debían estar sufriendo para prestarse a tales despropósitos. Lo que nos cuenta esta película escrita y dirigida por el realizador barcelonés Manuel Esteba, es la historia de un policía joven e impulsivo interpretado con desgana por Joaquín Kremel al que su compañero –un inspector veterano que sigue el axioma “odia el delito pero compadece al delincuente”– debe apaciguar en más de una ocasión. 


El policía se encuentra una noche a su novia en la cama con otro hombre, al que da una soberana paliza y de la noche a la mañana se encuentra de patitas en la calle. Angustiado, decide buscar un nuevo trabajo pero no es capaz de encontrar ninguno. Mientras, somos testigos de las relaciones sexuales que tienen lugar en un hotel de la ciudad entre diversas prostitutas y diferentes empresarios y políticos de moral aparentemente intachable, algo de lo que se aprovechará una organización mafiosa que pretende secuestrar a esos hombres y mujeres para fotografiarlos y hacerles chantaje. Para ello reclutarán a unos cuantos delincuentes sin saber que entre ellos se encuentra el joven policía, que desesperado y necesitado de dinero, ha cruzado la línea de la legalidad. Sin embargo, conforme se desarrollen los acontecimientos, el antiguo inspector tendrá ocasión de redimirse. En fin, amiguitos, que estamos ante un subproducto entre el thriller de acción y el softcore, indicado solamente para frikis nivel premium, estudiosos del cine “S” y seguidores de actrices como Eva Lyberten. Sólo me ha gustado Emilio Gutiérrez Caba, profesional como siempre, que ejecuta su papel como si de una adaptación de Ibsen se tratase.

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